La librería de Javier

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Mis críticas: La librería ambulante

Publicado por Javier El 24/03/2012 a las 7:00 12 Comentarios

Christopher Morley (Periférica Editorial)
Título original: Parnassus on wheels
Traducción de Juan Sebastián Cárdenas
182 Páginas – 16,95 €

Son muchos los libros que me llegan a la librería. Y son muchos los que, a fuerza de repetir clichés, margino como lecturas en caso de no tener ninguna otra cosa que me apetezca. Pero hay ciertas obras que, ora por el título seductor, ora por la portada y editorial, selecciono para momentos importantes. Esos momentos son los que, después de varios intentos de encontrar una buena lectura y acumulando fallo tras fallo, escojo ese libro que sé que, sin dudas, me va a cautivar. Y uno de ellos es “La librería ambulante”, un clásico de las letras norteamericanas. De nuevo Periférica da en la diana al publicar esta imperecedera obra que, inexplicablemente, nunca se había editado en nuestro país.

Aquellos que estén acostumbrados a obras de manuscritos ocultos durante varios siglos y cuyo mensaje, descubierto por una pareja sagaz, va a cambiar los destinos de la humanidad, que se olviden de esta obra. De igual manera, aquellos lectores acostumbrados a novelones de sagas familiares interminables o, incluso, los acostumbrados a novelas negras anodinas y repetitivas de nombres impronunciables, esta novela tampoco es para ellos. Y no digo nada de los que únicamente disfrutan con tiempos que transcurren entre costuras y clubes de amigas del té. “La librería ambulante” es una obra para deleite de los sentidos y para descubrir esos tiempos imperecederos en que las personas se medían por otros parámetros, diferentes a los crematísticos actuales.

Helen y Andrew McHill son una pareja de hermanos adultos que viven en una tranquila granja en el centro de los Estados Unidos. Ella se dedica a sus labores mientras él, recién famoso por un libro sobre técnicas agrícolas, piensa más en su afición literaria que en la tierra de cultivo. Un buen día se presenta Roger Mifflin, un vendedor de libros ambulante que transporta su material y vive en un carromato a través de los diferentes estados. Cansado este último de viajar, le ofrece a Helen venderle la carreta con toda la librería dentro. Ella piensa en adquirirla antes de que la vea su hermano y la compre él, dejándola sola y abandonada en la granja. Ni corta ni perezosa, toma la resolución en unos minutos de gastarse todo el dinero ahorrado a lo largo de su vida en la librería ambulante y emprender una nueva vida. Pero las cosas no son tan fáciles como parecen y los problemas surgen a los pocos kilómetros de la granja.

Chistopher Morley logra con esta preciosa novela, escrita en 1917, un gran éxito editorial y de crítica. Y no es para menos. La belleza del texto, con unas descripciones paisajísticas cercanas a las de su compatriota Henry David Thoreau, y unos personajes muy humanos que podrían pertenecer a cualquier obra de Mark Twain, confieren a este texto una perdurabilidad y riqueza poco común. Y es que no es sencillo escribir con tal maestría estilística y claridad de ideas. El texto fluye, al igual que la deliciosa trama, con toda suavidad haciéndonos partícipes de unas peripecias tiernas y memorables.

La época que nos describe el autor en “La librería ambulante” son esos idílicos años en que la vida transcurría lenta y apaciblemente en los campos de unos Estados Unidos a principios del siglo XX en que los problemas eran casi inexistentes y las vidas de los granjeros, bastante rutinarias. No es de extrañar que la aparición de una carreta cargada de libros y un charlatán embaucando a los propietarios aburridos en esas planicies, fuera todo un acontecimiento de primer orden. Lo malo es que había que luchar fuerte para poder vender una obra ya que, pocos meses antes, había pasado otro vendedor ambulante, éste sin escrúpulos, y que les había endosado una enciclopedia de rezos funerarios que no sabían ni dónde meterla. Los protagonistas de esta obra comparten cartel con Parnaso, el carromato plagado de estanterías y obras en el que vive Roger; Pegaso, el pobre caballo que les lleva de un lado a otro; y Beck, el perro que les advierte de los peligros de los caminos. “La librería ambulante” es una obra de carretera que comparte muchos aspectos con nuestra obra cumbre de la literatura mundial, “El Quijote”, cuyo libro no sólo forma parte de la biblioteca de dicha carreta, sino que tiene una reseña en la trama de la obra a colación de las desventuras de los personajes (pag. 121).

“Amigos míos”, dijo el señor Mifflin, ¿recordáis el chiste de Abe Lincoln sobre un perro? Si llamáis pata a la cola, dijo Abe, ¿cuántas patas tiene un perro? Cinco, me diréis. No, diría Abe, porque llamar pata a una cola no hace que la cola se convierta en pata. Pues bien, muchos de nosotros estamos en la situación de la cola de aquel perro. Que nos llamen hombres no nos convierte en hombres. Ninguna criatura sobre la faz de la tierra tiene derecho a creerse un ser humano a menos que esté en posesión de un buen libro. (pag. 63)

Christopher Morley (1890-1957) nació en Haverford, Pensilvania. Estudió en Harverford College, donde su padre trabajaba como profesor de matemáticas. Posteriormente, se matricularía en la universidad inglesa de Oxford para estudiar historia moderna durante tres años (época que contaría en su novela autobiográfica de 1931 John Mistletoe). En 1913, de vuelta en Estados Unidos, se instaló en Nueva York y comenzó a trabajar en la editorial Doubleday. Pocos años después se convertiría, recorriendo Estados Unidos como columnista y reportero, en uno de los periodistas más prestigiosos de su época. Su primera novela, La librería ambulante, fue publicada en 1917, y en 1919 apareció The Haunted Bookshop (próximamente en Periférica). Su novela Kitty Foyle, publicada en 1939 y trasladada al cine con el mismo título (en España como Espejismo de amor), fue uno de los grandes éxitos de crítica y público del momento. Y su protagonista, Ginger Rogers, obtuvo un Oscar por su papel como Kitty. Inteligente, lúcido y sofisticado, fue un escritor de éxito y al mismo tiempo un escritor de culto. Se ha dicho de él, comparándolo con Noel Coward, que su refinamiento era indudablemente británico. Sutil humorista, dijo de sí mismo que amaba tanto a Shakespeare como al Conan Doyle de las aventuras de Sherlock Holmes. Sin embargo, su dos grandes maestros fueron compatriotas suyos: Walt Whitman y Mark Twain. El eco de su obra se encuentra en escritores de distintos países y generaciones: de Kingsley Amis a Tom Wolfe.

La librería ambulante es una bella y tierna novela de amor a los libros y de amor entre personas. Nos recrea un tiempo pasado en el que existía una ética y un sistema de valores ya desaparecido y nos descubre cosas tan bellas que, en nuestro tiempo, pasan absolutamente desapercibidas. Una sencilla novela que se lee y relee y que será obra de culto y tesoro de nuestras bibliotecas. Imprescindible.


12 respuestas hasta ahora.

  1. Gemma C. dice:

    Una novela perfecta, para un librero de vocación y para lectores entregados (absténgase aquellos “que leen como quien hace ganchillo”). No es de extrañar que en la reseña de la editoral que figura en la solapa del libro se indique que Ch. Morley “fue un escritor de éxito y al mismo tiempo un escritor de culto”. Una novela sencilla, que no simple; cargada de contenido, acerca del amor a los libros y, por ende, del amor a la vida (que aflora tb en el enamoramiento entre adultos, el cariño a los animales de compañía (yegua y perro) y el amor por el paisaje.

    Quizá lo único desconcertante para mí de esta novela se halla entre paréntesis en la primera página, una apuesta notable, por parte del autor, por prescindir de un´seguro golpe de efecto más adelante…

    Y cómo “lo bueno”, lo que nos parece bueno, no envejece, nos toca de lleno y nos conmueve, a sus 90 añazos, como es el caso, o a sus 500 como el Quijote, o a sus 50 como Cien Años de Soledad. Más que atemporal o intemporal, esta novela está en su tiempo y lo trasciende…

    Y no es por contradecir a nuestro inefable librero, pero el libro (esa especie de road movie ciertamente on wheels) la granja de nuestra protagonista no se encuentra en el centro de Estados Unidos, sino en el estado de Nueva Inglaterra, (son múltiples las menciones a toda el área de Nueva Inglaterra (Brooklyn, Boston, Providence, etc))

    He leído esta novela ejemplar después de “Vive como puedas”. Concatenar dos obras así es medicina para el alma, por cursi que suene, ” puro bálsamo para el corazón”. Dos novelas inteligentes, amenas e imprescindibles.

    • Gemma C. dice:

      Bueno, disculpad por los 100 años que le he puesto de más al Ingenioso Hidalgo Don Quijote de la Mancha, y eso que soy de ciencias…

      • Gemma C. dice:

        joer, cómo estoy, esto es por madrugar, quería decir “en el estado de Nueva York”,(eso pasa por escribir y darle impacientemente a la tecla de “enviar” sin repasar…)

  2. Javier dice:

    ¡Jolín! Cómo estáis de finos por la mañana. Lo importante es descubriros una buena novela que sin recomendación expresa seguro que no recalábais en ella. Y más siendo de una pequeña editorial. De esas que, en vez de estar en las estanterías en los grandes almacenes y superficies, las ultilizan para calzar los expositores de melones de temporada. Y lo de Nueva Inglaterra, Nueva York, centro o este de los Estados Unidos qué más da. Como dice Mario Vaquerizo: “Tu perro, como trae el palito que le arrojas, es muy listo. Y yo, por decir que Canadá es una ciudad en vez de un continente, soy tonto. Olvido, eres muy cruel conmigo….”
    P.D. Sabía que te encantaría este bello libro.

  3. Gemma C. dice:

    Mario Vaquerizo tendría que nacer cien veces para poder intentar atisbar la suela de tu regio zapato de librero minero prescriptor. Y bien sabes que soy lectora tan impenitente como impertinente, pero siempre agradecida devota de nuestro santo patrón de Alcalá. Ayer terminé Parnasus on wheels (lo leeré en inglés A. o vos mediante) y hoy se lo he regalado a mi más antiguo e íntimo amigo varón, erudito y lector de pro. En la dedicatoria sólo le he puesto: una joya para un rey.

    • Javier dice:

      Yo nunca regalo los libros que me causan mella. Regalo los que son así así, para que me digan que les parece. Eso sí, nunca les digo que los he laído.

  4. mayiya dice:

    ¡Por los huesos de George Elliot pero qué descubrimiento! Una historia necesaria para aquellos que buscando una filosofía propia deciden creer en Pegasos y Parnasos ambulantes.
    Gracias por esta recomendación .

  5. mayiya dice:

    Una curiosidad: El personaje de Mifflin me recuerda muchísimo a Burt Lancaster como vendedor de tormentas de la película del farsante . Rara avis, por cierto.
    Saludos.

  6. Carmen B. dice:

    Me ha parecido tan bueno que se lo he recomendado ya a varias personas, entre ellas a mi antigua “jefa”(bibliotecaria),que muy intrigada por mis comentarios ha decidido comprarlo.
    Es un “fondo de armario” necesario para los que amamos la lectura.

  7. paulafigols dice:

    Buscaba un libro bonito estas pasadas Navidades y me acordé de una recomendación que me habían hecho varios conocidos. Así llegué a “La librería ambulante”. Con ella he rodado por los caminos de la América rural, he disfrutado del olor a pan y del amor por los libros.

  8. Esther dice:

    Una bonita historia, sencilla y entretenida. Me encanta tu comentario, es cierto, nos cuenta una historia lejana a nuestros tiempos, con otros valores y otras prisas.

    • Javier dice:

      Gracias por tu comentario, Esther.
      Es raro en estos tiempos encontrar obras de este calibre, pausado y tierno, cuya lectura nos produce placer y amor por los libros, ahora tan denostados por sus “herederos” digitales.
      Un saludo.


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