La verdad sobre el caso Harry Quebert
Joël Dicker (Alfaguara Ediciones)
Título original: La vérité sur l’affaire Harry Quebert
Traducción de Juan Carlos Durán Romero
670 Páginas – 22 €
Todo el mundo hablaba del libro. Ya no podía pasear tranquilo por las calles de Nueva York, no podía hacer jogging por Central Park sin que me reconocieran y exclamaran: «¡Es Goldman, el escritor!». Algunos incluso me seguían durante un rato para pregurtarme aquello que les atormentaba: «¿Es cierto lo que cuenta en la novela? ¿Harry Quebert hizo eso?». En el café al que solía ir en el West Village, había clientes que no dudaban en sentarse a mi mesa y empezar a hablar: «Su libro me tiene atrapado, señor Goldman, es imposible dejarlo. El primero era muy bueno, pero éste… He oído que le dieron un millón de dólares por escribirlo… ¿Qué edad tiene? ¿Sólo treinta años? ¡Y ya está forrado!». Hasta el portero de mi edificio, al que había visto leyéndolo entre apertura y apertura de puerta, me tuvo retenido un rato en el ascensor, al terminarlo, para confesarme su desazón: «Entonces ¿eso fue lo que le ocurrió a Nola Kellergan? Qué horror. ¿Dónde vamos a ir a parar, señor Goldman? ¿Dónde?. (p. 13)
“La verdad sobre el caso Harry Quebert” es un libro que había dejado aparcado para leer este verano, tranquilamente, en mis días de descanso. Pero tuve un desliz imperdonable: ojearlo para ver cómo comenzaba. Y ya no pude parar. A los cuatro días lo tenía leído y bien leído. Y eso que según lo iba acabando iba ralentizando mi lectura, para evitar que se me terminara tan pronto. Y os hablo de un tomo de 670 páginas que se inscribe dentro de la novela negra, según comentan ciertos críticos. Doy fe de que tiene 670 páginas, no así de que sea una típica novela negra, cuyo género no suelo abordar ya que se me hace reiterativo y pesado. Lo que sí os puedo decir es que hacía muchísimo tiempo que no leía algo tan bueno, ameno, intrigante, bien escrito y estructurado, y con unas gotas de humor inglés deslumbrantes.
Según me consta, Joël Dicker ha escrito otras cinco novelas, de las cuales cuatro no ha conseguido publicar. Creo que, tras el éxito de este texto, las veremos ir desfilando en las librerías poco a poco. Lo cierto es que “La verdad sobre el caso Harry Quebert” es una espléndida novela que aborda muchas tramas en una sola obra. Y todas ellas con una impecable confección.
Harry Quebert es un escritor de no muy claro éxito y que se refugia en el pequeño pueblo de Aurora para sacar ideas para su nueva obra. La fama de escritor le hace ser muy bien considerado entre sus habitantes. En especial Nola, una chica de 15 años que trabaja en una casa de comidas, hija de un reverendo, y que se queda prendada de la personalidad del escritor. Harry, sabedor de la edad de ella, trata de mantener las distancias, aunque ello a veces le es casi imposible. Pero esa relación le ha procurado un tema sobre el que escribir. Después de unas semanas, la joven desaparece misteriosamente. Unos meses después aparece la nueva novela de Harry en las librerías contando una historia de amor entre un escritor maduro y una chica de 15 años. El éxito es deslumbrante. Pero 33 años después, en esa misma casa y al plantar unas magnolias, aparece enterrado el cuerpo de la joven desaparecida. Y lo que es peor, con el manuscrito original de su novela. Marcus, un antiguo alumno del escritor aparece para aclarar los hechos ya que no se cree que su profesor sea el culpable del crimen.
“Ese es precisamente su trabajo como escritor, Marcus. Escribir significa que es usted capaz de sentir mejor que los demás y transmitirlo después. Escribir es permitir a sus lectores ver lo que a veces no pueden ver. Si sólo los huérfanos contasen historia de huérfanos, no llegaríamos a ninguna parte. Eso significaría que no podría usted hablar de madres, de padres, de perros o de pilotos de avión, ni de la Revolución Rusa, porque no es usted ni madre, ni padre, ni perro, ni piloto de avión y no ha conocido la Revolución Rusa. No es más que Marcus Goldman. Y si todos los escritores debieran limitarse a sí mismos, la literatura sería espantosamente triste y perdería todo su sentido. Tenemos derecho a hablar de todo, Marcus, de todo lo que nos conmueve. Y no existe nadie que pueda juzgarnos por eso. Somos escritores porque hacemos diferente una cosa que todo el mundo a nuestro alrededor sabe hacer: escribir. Ahí reside todo nuestro ingenio.” (p. 441)
¿Cuál es el secreto de esta obra que ha encandilado a todo lector que la ha cogido entre sus manos? El secreto, aunque parezca difícil de encontrar es muy fácil: originalidad dentro de una escritura perfecta y escrupulosa, junto a una endiablada trama de muñecas rusas, lo cual no implica que no sea muy fácil de seguir y no perderse. Ahora, conseguir este tipo de tramas con esas características no está al alcance de cualquier escritor. Únicamente los verdaderos genios son capaces de crear este tipo de obras. Y Joël Dicker, con esta primera novela publicada en España y en casi todo el mundo, se ha convertido en un ídolo de masas, críticos y lectores. Su semblante de chico guapo y tímido (nunca aparece con gafas en las fotos) es absolutamente opuesto a su arriesgada apuesta. Y a juzgar por las ventas en el primer mes de su puesta a la venta, “La verdad sobre el caso Harry Quebert” va a ser el libro del año, muy por encima de cualquier otro contrincante, por famoso que sea.
“Las palabras están bien, Marcus. Pero no escriba para que le lean: escriba para ser escuchado” (p. 457)
En “La verdad sobre el caso Harry Quebert” nos encontramos imágenes de la mejor literatura norteamericana -a pesar del origen suizo del escritor- a la vez que recuerdos a ciertas películas míticas de esa país. Al leer este texto me viene a la memoria Nabokov, Truman Capote o Faulkner. Brillantes radiografías de familias americanas (como es el caso de la de Jenny p. 228-229), críticas a los matriarcados de ese país (p. 248), la soledad de los escritores (p. 141) y su esclavitud (p. 397) o las divertidas escenas humorísticas protagonizadas por la madre de Marcus (p. 276 entre otras) se mezclan entre una trama perfectamente trazada con multitud de puntos de vista, posibilidades y dudas. Una escritura que procura al lector ratos de intensidad e intriga raramente vistos en novelas recientes, junto a pasajes en los que las disquisiciones sobre la literatura, escritores, editores y la vida misma nos procura momentos de pensamiento e introspección, como se puede ver en las aperturas de los 31 capítulos de la obra. A añadir la soberbia traducción de la novela y de la que es responsable Juan Carlos Durán Romero.
Joël Dicker nació en Suiza en 1985. Su primera novela, Los últimos días de nuestros padres, que Alfaguara publicará en 2014, está basada en la desconocida historia de una unidad de inteligencia británica encargada de entrenar a la resistencia francesa durante la Segunda Guerra Mundial y resultó ganadora en 2010 del Premio de los Escritores Ginebrinos. Su segunda novela, La verdad sobre el caso Harry Quebert (2012), descrita como un cruce entre Larsson, Nabokov y Philip Roth, ha recibido el favor del público y de la crítica más exigente, y ha sido galardonada con el Premio Goncourt des Lycéens, el Gran Premio de Novela de la Academia Francesa y el Premio Lire a la mejor novela en lengua francesa. Su traducción a treinta y tres idiomas la confirma como el nuevo fenómeno literario global.
“La verdad sobre el caso Harry Quebert” es una de las mejores novelas de los últimos años y que mezcla clasicismo de conflictos con modernidad de confección pero, sobre todo, que nos proporciona diversión y adicción en una original novela escrita con sabiduría e inteligencia. Perfecta.
¿Al leer este libro te vienen a la memoria textos de Faulkner, Capote o Nabokov? ¿Lo dices en serio? ¿Qué textos de Faulkner, Capote o Nabokov has leído para comparar? ¿Las listas de la compra de estos autores? La comparación es verdaderamente odiosa. Mira, que puedas tener tu opinión sobre esta novela es respetable, a unos os puede gustar o no (como es mi caso). Pero, por favor, ponerla al lado de algunos de los mejores escritores de la literatura norteamericana y de todo el mundo, me parece un atrevimiento que no podía dejar pasar. Ni el estilo, ni el contenido, ni los temas resisten comparación. ¿Puedes poner al lado de la prosa brillante y austera de Capote, donde cada palabra tiene pura y simple resonancia, la anodina, repetitiva y vacía de Dicker? ¿Nabokov? Venga, por favor, las similutudes solo se encuentran en el nombre del personaje adolescente del libro. La Lolita de Navokov es turbadora (al menos para el protagonista). Nola es una adolescente que ni siquiera me atrevería a llamar estúpida, porque lo que le pasa es que es un personaje sin personalidad, plano, insulso, soso, ridiculo. ¿Faulkner? ¿Te refieres al Faulkner de «El Ruido Y La Furia»? ¿Al Faulkner de «Luz De Agosto»? ¿Estamos hablando del mismo «Faulkner»? Estás de broma, ¿no?
La novela, no hace falta decirlo, es un refrito de la peor calidad. La prosa, para empezar, es impersonal, vacua, poco descriptiva, tiene poco significado. Los personajes son, como no podía ser menos a causa de ese estilo, lineales, planos…No tienen apenas sentimientos, al margen de los comportamientos estereotipados que siguen en cada momento. Ahí tienes el caso de Harry, el típico buen profesor de cuya vida no se nos dice nada. Es un tipo que lleva viviendo 33 años como si fuera el día anterior. “Amaba a Nola”. “Ha sido el amor de mi vida”. “La quería tanto”. Muy bien, pero ¡¡por qué!! ¿Qué tenía Nola para él? ¿Qué significaba? Ni siquiera las páginas de su supuesta obra maestra “Los Orígenes Del Mal” nos desvelan nada salvo cuatro frases anodinas y tópicas. Un escritor de éxito, autor reverenciado que pasa todo el día entero acordándose de una niña de 15 años que 33 (¡!) años antes desapareció…Una pena. No tiene vida propia, no sale, no da conferencias, no conoce a nadie salvo a Marcus. Solo sabemos que le gusta el boxeo y la literatura porque, claro, “el boxeo es como la literatura” cosa que nos repite unas 870 veces a lo largo de la novela.
La historia hace aguas por todas partes. Son 670 páginas, sí. A fuerza de repetir y repetir momentos, de rellenar páginas con hechos ya contados, con otros que no tienen ninguna importancia o trascendencia para la historia y que tampoco aportan nada de los personajes, el paisaje o del trasfondo. Ni siquiera de la geografía de los lugares que se describen: el bosque parece agrandarse o empequeñecerse mágicamente, el jardín de hortensias una veces parece en un sitio y otras en otro…A la novela le puedes recortar perfectamente 300 páginas y seguirá siendo igual de mala.
Y luego está el tema de la memoria. Los neurólogos deberían estudiar el porqué de que en Aurora todos los ciudadanos recuerden los acontecimientos de hace 33 años como si fuera ayer por la tarde. Y no solo los que fueron traumáticos, que podría tener una explicación psicológica, sino los que se produjeron antes. ¡Qué memoria! Allí no existe el Alzheimer, afortunadamente…”¿Recuerda usted lo que hacía (hace tres décadas) en los días previos a la desaparición de Nola?” “Hombre, ¡faltaría más! Ahora mismo se lo cuento todo con pelos y señales. ¿Quiere que empiece desde que me levanté aquella mañana o me salto alguna parte”. El paso del tiempo, en Aurora, Estados Unidos, no tiene ningún efecto en la memoria de los personajes…
No estoy en nada de acuerdo con el anterior comentario. Hay quienes leen novela creyendo leer ensayo o documentos periciales, sin ceder un ápice a la imaginación y a ese trato de connivencia con lo que nos cuenta el autor. Este no es el caso. Me ha gustado la crítica que encabeza esta página y me ha parecido fascinante la novela de Dicker, en todos sus aspectos. Pero de todo ha de haber en la huerta del señor. Y para gustos están los colores.
Pues eso…Pero si se hace crítica, también es necesario aceptar las críticas de la crítica. Lo primero que digo en mi entrada es que respeto muchísimo a las personas a quienes les haya gustado el libro. Que te guste un libro más o menos no te hace mejor ni peor, ni más culto o inculto, ni más ni menos inteligente. Cada uno descubre en sus libros sus propios tesoros. Ahora bien, poner a Dicker al lado de Faulkner o Capote me ha parecido una exageración enorme. Lo que escribe Dicker es literatura de fácil consumo y, ojo no lo critico, de todo tiene que haber en la viña literaria, pero esto no es «Las Palmeras Salvajes» o «Lolita» o «A Sangre Fría», por poner ejemplos de los autores citados en la crítica. Es otra cosa, por favor. Y no me hable de imaginación, porque no hay que confundir la imaginación con la coherencia interna de una obra. ¿O cree usted que Faulkner tenía poca imaginación?
Estoy de acuerdo, sin pies ni cabeza. Tiempo perdido
En libro de los gustos está en blanco, pero necesitaba encontrar un comentario como el tuyo para comprobar que no era yo el único ( no encuentro muchos más casos) que leía una novela tan floja… Personajes planos, diálogos sentimentalones, trama agujerada… En fin, hay bestsellers muchos más redondos que este. Página 237. Lo dejo, por fin. Mi conciencia más aliviada. Gracias
Exacto! Yo quería leer un bestseller ligero, sin pretensiones y de novela negra pero es que esto me ha superado! Es malo, malo, malo.
La verdad es que hay que tener mucha imaginación para comparar este libro con Nabokov, Faulkner o Capote. Más que imaginar hay que delirar. La mercadotecnia de las contraportadas y solapas de los libros no tiene límites ni escrúpulos. Todo sea por las ventas.
En mi opinión este libro no es más que literatura de piscina o ligerita para el verano, en línea con las propuestas que nos intentan colocar en cine, música y noticieros en esta época estival. Lo cual no es mejor, ni peor, sino lo que es y quien lo quiera que lo tome.
Saludos.
Hace años caí en un chiringuito en medio del desierto de la costa de Murcia, a unos seis kilómetros de la población de Águilas. Allí me llevó mi hermana a «degustar» unas carnes con patatas asadas. Al llegar y ver el sitio pensé en volverme. Y os juro que pocas veces en la vida he disfrutado más de un buen bistec hecho a la parrilla con unas patatas asadas impresionantes como pocas veces he probado. Era un sitio perdido de la mano de Dios, sin carretera que condujera a él y sin nombre o indicación alguna. Y con una apariencia más que dudosa. Pues bien, supera a muchos grandes restaurantes de tenedores pintados en la entrada. Soy un friki, lo sé y lo siento para aquellos que no me entiendan. Y ese antro me gustó tanto como el mejor que restaurante que he visitado en mi vida. Pues lo mismo me ha pasado con esta obra. Y si a alguien le molesta, pues que le vamos a hacer. He disfrutado con ella como con los grandes maestros, a los que cito. Y sí, me ha gustado mucho una obra que tiene la etiqueta de best-seller, ¡Dios mío, qué gran pecado! Puede que delire, como dice JJJ, puede que sea atrevido o indocumentado como me tilda el primer comentarista Holden. Lo que queráis pero me ha encantado y así lo escribo. Y conste no me paga editorial alguna, como se han atrevido unos cuantos a decir. Friki, lo soy, Atrevido, también. Que leo por los codos, el que me conoce o se acerca a mi librería lo puede constatar. Y que me gusta Joël Dicker, ¡desde luego!, pese a quien pese.
Javier, nadie pone en duda que te haya gustado y que hayas disfrutado con ella. En mi caso tampoco tengo prejuicio alguno contra los best seller, de hecho ¿No es Cien años de soledad un top ventas, o El Quijote? El problema son las comparaciones. Aprovechando tu ejemplo, ¿Compararías tu chiringuito con El Bulli o con Arzak? Cada uno te gustará más o menos y quizá hasta te emocionen más las patatas y bistec que comentas que las esferificaciones de Adriá, me parece genial, a mí me pasaría lo mismo y no me considero friki por ello. Pero en mi opinión, sobran en ambos casos (gastronómico y literario) las comparaciones.
Un cordial saludo
En las fiestas de mi pueblo, que han sido la semana pasada, en la plaza una orquesta muy buena y con músicos profesionales entretenía a los que por allí pasábamos a tomar algo en una terraza. En un momento de más animación la orquesta se atrevió con aquella canción tan divertida de «que lo baile que lo baile, que lo baile todo el mundo, con el perro del Facundo y con el gato de la Inés». ¿A quién no le parece divertida esa canción, aunque solo sea un momento en la vida. La gente se lo pasaba pipa, bailaban y reían con aquello de «una mané, en la orejé, y la otra mané, en el culé del compañeré…» ¿Por eso vamos a poner este tema al lado de, qué sé yo, la 5ª sinfonía de Beethoven o el Réquiem de Mozart? Pues lo mismo ha pasado con la crítica de este libro: que no es objetiva y pone en comparación cosas que no son comparables. El libro de Dicker es un subproducto, un engendro literario, una criatura abortiva de las letras: mal redactado, mal estructurado, repetitivo, incoherente, plano, sin enjundia. Dentro de 1 año nadie se acordará de él. Será un fenómeno de ventas, no lo dudo, pero no quedará para la posteridad. Y habrá gente que crea que está leyendo una obra maestra, pero cuando lea una «verdadera» obra maestra se dará cuenta de las diferencias, que son muy claras y patentes. Lean «Lolita», déjense arrastrar por la turbación, miseria emocional y difuminación de Humbert y comparen con Quebert. Lean «Antigua Luz» de Banville y comparen los efectos de la memoria en una persona con los que se producen en el fantástico pueblo de Aurora (¿no parece más bien un pueblo de Stephen King?). Lean «Expiación» de Ian McEwan si quieren un final sorprendente. Y esto por citar solo algunos casos. De la bazofia encumbrada por el márketing y las campañas de las editoriales intenten abstraerse, aunque a veces sea difícil.
Casualidades de la vida actualmente estoy disfrutando «Antigua luz»: novelón novelón.
Me he divertido, pero creo que le sobran 200/300 páginas, 35 giros inesperados y 10 millones de euros de promoción. Reproduzco una crítica que me ha hecho gracia (textual):
«Páginas y páginas y más páginas de Nolita qué guapa eres, No-Li-Ta te quiero. ¿Me quiere? Si, pero no podemos estar juntos, oh-oh. Tomemos un batido, tomemos una pizza, vamos al cine. Le damos de comer a las gaviotas, esos pájaros tan románticos. Marcus, mi lección de hoy es bla bla bla. ¿Mataron a No-li-ta? Oh oh. Nolita, te quiero, pero no podemos estar juntos, me voy a liar con la otra camarera. ¿Quieres un helado? mejor un batido…buaaaah. Marcus, mi lección de hoy es…Nolita ha muerto el culpable es Harry, su mami era muy mala. Marcus, cuando escribes libros bla bla (mi lección de hoy). Nolita te quiero, NO-LI-TA (nótense las ganas de ser Nabokov cada tres páginas)lloro por ti todos los días ¿quieres un batido?.Marcus, mi lección de hoy es… Todo el texto da capo hasta casi 700 páginas una y otra vez. Todo muy bien escrito. Ni thriller ni novela negra, es un retrato de una América cliché de cine de tardes y una somnolienta lección de como todo lo que viene de Francia es saludado por la intelectualidad como una maravilla. Personalmente hace años que abandoné el masoquismo literario».
Jajajaja. Muy bueno. Nolita queremos un hijo tuyo!!
Empecé a leer y aguanté, no sé ni cómo, hasta la página 100. Algo tenía que cambiar, una campaña de promoción tan apabullante no se sostiene detrás de un texto tan aburrido, pretencioso, egocéntrico como este. Abría el libro y si me topaba con la foto en la solapa de tal Dicker, confieso que me entraban ganas de darle dos yoyas.
Por suerte, nuestro adánico escritor empezó a centrase en lo único medianamente digerible del texto: el paisaje humano de la profunda América, y el caso policiaco en sí. Digerible para mí, en el primer caso tal vez por haber yo vivido durante un tiempo allí; en el segundo, porque entre ponerme a ver una serie de Nitro o leer a Dicker, siendo casi lo mismo, prefiero lo último.
Pero aguantar la autocomplacencia y el narcisismo de los demás tiene sus límites, y a la altura de la página 500 ya solo miraba las páginas que me quedaban. Y de nuevo otro girito de la trama tan inesperado como innecesario, y otro y otro.
Acabo de terminarlo hace una hora. He cerrado la contraportada y he dicho: Ya. Uf.
Me he venido al ordenador con la esperanza de ver que no soy el único al que no le ha gustado.
Por cierto, el verano pasado me leí A sangre fría. Este, para compensar, y agradeciendo los comentarios geniales y recomendaciones de Holden y JJJ, buscaré Antigua luz.
Ah, impagable la cita reproducida arriba por El Lector.
Totalmente de acuerdo, un libro sobrevalorado, cursilón y fácil de leer, un punto tierno, pero para nada un thriller, para nada Nabokov, para nada Roth. Yo lo leí y lo conseguí acabar a duras penas. Un mes después lo recuerdo con cierto agrado, eso sí, pero NO una obra maestra.
Lamento no estar de acuerdo con la mayoría de los comentaristas de más arriba. Pocos libros atrapan de la forma en que lo hace este. Me lo he leído en pocos días y he disfrutado mucho con su trama y la forma en que está construido. Ojalá las obras de los consagrados por las críticas especializadas fueran tan amenas como el libro de Dicker. Lo que pienso es que hay mucha envidia en este mundillo literario y el éxito no se aguanta.
Celebro que algunos hayáis disfrutado con el libro, lo digo muy sinceramente. Yo mismo, como he dicho arriba, también me he dejado atrapar por la trama policiaca. Dicker realiza un auténtico trabajo de orfebrería para enganchar al lector con el argumento, la cronología de los hechos y los espacios, aunque opino como otros comentaristas que el autor nos hace trampa con ellos constantemente. Sobre todo el tratamiento de los personajes hace aguas por todas partes. Esto, para algunos, puede resultar poco relevante mientras el libro sea entretenido; para mí, en cambio, es fundamental creerme lo que pasa en sus páginas. No me resultan verosímiles ni Marcus, ni Harry, ni Nola, ni ninguno de los habitantes de esa soporífera Aurora que a veces me recuerda la ciudad-ratonera de El show de Truman. Y si no me resultan verosímiles (supongo que no hace falta aclarar que verosímiles no significa realistas), no me puedo creer nada de ellos, y por tanto no disfruto de verdad con la obra. Y todo ello no me molestaría tanto si en cada página de su libro nuestra joven promesa de la literatura no creyera justo lo contrario: que está pariendo una gran obra literaria. No hace falta ser muy perspicaz para saber que el tal Marcus (escritor, joven, guapo, bla bla) pretende ser un trasunto del propio Dicker, y las cansinas por repetitivas citas tales como «gran escritor», «grandiosa obra», «excelente libro», etc. se las dirige a sí mismo y a su novela, consciente o inconscientemente.
En ocasiones me lo he pasado muy bien leyendo otros bestsellers, pero siempre son más humildes con el lector; disfruto incluso con algunas obras escritas exprofeso para adolescentes que a veces he de leer por mi trabajo, pero sus autores no se creen Stevenson, Kipling ni Twain.
Estaré muy de acuerdo con Juanjo en que nos es una novela amena si la despojamos de toda pretenciosidad y nos quedamos con la trama detectivesca: 300 páginas, no más. Y sin pensar en que te encuentras ante un Chandler o ni siquiera un Larsson, porque tampoco da para tanto. Pero es igual: es una historia entretenida, y he pagado muy a gusto mis 23 euros, igual que me gastaré incluso más yendo esta tarde con mi hijo al estreno de la última de Píxar y a comernos después una hamburguesa al Foster’s Hollywood, y seguro que será una gran tarde. Pero si para calificarla mencionáis a Nabokov, Faulkner y Capote, decís que las conversaciones con la madre son divertidas (que la madre le diga al hijo que se puede tirar un pedo es humor inglés, Javier?) y que os parece brillante la constante (e insultante) comparación de literatura y boxeo, creo que habrá que recordaros que no cualquier libro es literatura.
Por cierto, Juanjo, ¿de verdad piensas que si digo que no me gusta un libro es porque le tengo envidia a su autor?
22 euros, no 23.
¡Muchas gracias por todos los comentarios! Cuando salió la novela me llamó la atención tanta publicidad. Y reconozco que casi caigo en la tentación de comprarla. Ahora ya sé que me ahorré tiempo y dinero. Y otra vez ¡Gracias! Porque de este intercambio respetuoso de opiniones se aprende.
Totalmente de acuerdo con Javier. En desacuerdo con Mari Carmen porque que -como he dicho ya en otro lugar- la novela sea un best-seller no quiere decir que sea mala novela. También, por poner un ejemplo, «El nombre de la rosa» de Umberto Eso fue un éxito popular de ventas y eso no la inhabilitó.
Creo que es un interesante thriller con algunas caídas pero que engancha al lector y que hace uso de no pocos interesantes recursos literarios.
Gracias Juan Carlos, es lógico el desacuerdo, justo fuiste a poner el ejemplo de un libro con el que no pude,»El nombre de la rosa». Me aburrió tanto que ni lo terminé. Y es que como dice un amigo al final, «esto de la lectura está sobrevalorado» ;)
A mí me encantó.
Por cierto… me he leído también «Lolita» y «A sangre fría», y qué queréis que os diga… Prefiero la superficialidad de Joël Dicker, se lee mejor y engancha más.
Vaya opiniones dispares!!! bienvenidas sean, seguramente a muchos les dará curiosidad y leerán el libro para sumarse a una u otra posición. Terminé de leer el libro hace unos días, motivada por las diferentes críticas que hacían de él en diferentes blogs, la mayoría positivas. Es un libro que me gustó, entretenido con una trama policial que está bastante bien desarrollada, al menos te mantiene expectante en relación a quién mató a nola y porqué. Concuerdo con aquellos que consideran que está lejos de ser una obra maestra de la literatura. concuerdo con holden de que no hay mucha complejidad ni profundidad en la caracterización de los personajes. resulta un poco extraño cómo un hombre de treinta y pico largos años que viene de NYork pueda enamorarse tan profundamente de una chica que la verdad, por lo que cuenta el autor, no tiene ningún atractivo en cuanto a personalidad; y mucho menos para ser un amor de toda la vida. Pero bueno, como dijeron, es una obra de ciencia ficción y no un tratado psicológico sobre relaciones amorosas.
A mi sí me gustaron los consejos para escritores al inicio de cada capítulo. y la verdad me reía con los diálogos que tenía marcus con la madre. Soy argentina, y creanme que en estos pagos, existen una cuantas madres así :)
No comparto en absoluto la comparación con larsson que hacen muchos comentarios. ¿dónde ven la semejanza?? confieso que me devoré la saga milenium, sobre todo el 2 y 3 libro. el desarrollo de la trama y los personajes de larsson – complejos si los hay – son bien distintas.
En resumen: un libro bueno,que me entretuvo, pero he leído mejores!!
Termino de leer “La verdad sobre el caso HQ” y no me ha defraudado en absoluto. No soy demasiado asiduo a la novela policiaca y tampoco a los libros de muchas páginas, pero al final me ha dado pena terminarlo, lo que implica para mí que es un buen libro (también se dice en la propia novela). He de resaltar que a pesar de leerlo a trocitos, aunque invitaba a leerlo más rápido, no me he perdido prácticamente nunca. Todos los personajes dejan algo de huella, siendo fácil retomar la lectura y la trama. Quedando al final un relato homogéneo. La construcción de los capítulos y párrafos hace muy fluida su lectura y comprensión de los argumentos. Yo no conozco Aurora, Concord o New Hampshire, pero transmite muy bien el aire de las pequeñas poblaciones americanas que recordamos de tantas películas, y al que acompaña el cuadro de Hopper de la portada. Por poner algo negativo, yo no veo mucha relación entre la escritura y el boxeo, pero esto no deteriora el conjunto de la buena novela.
Destaco una de la frases del final: “Hay dos cosas que dan sentido a la vida: Los libros y el amor»
No pretendo convencer a nadie de su lectura, pero ya quisieran muchos escribir y transmitir una trama con esa facilidad.
Excelente novela yo no pude parar de principio a fin. Para gente como yo que le gusta leer sin análisis complicados de índole literario, al que le gusta leer por el placer de leer, este libro lo debe leer porque es buenísimo. Así de simple. Para el que quiere pagas 22 ó 23 euros o descargarlo en el Kindle por la mitad. No importa. ¡Merece la pena!
La leí cuando salió. Y no pude comprender el éxito ni, aún menos, la buenas críticas. Previsible, efectista, sin fondo ni forma. Mal escrita y peor llevada.
Es un libro que se lee con la única intención de llegar al final, totalmente falto de alma. Muy lejos, por poner un ejemplo dentro de novela del género sin pretensiones, de la serie del comisario Montalbano.