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Tus críticas: Última rumba en la Habana

Publicado por Javier El 28/08/2009 a las 7:36 Un Comentario

Norberto FuentesRecibo una crítica del escritor y periodista cubano exiliado en Estados Unidos Norberto Fuentes, acerca de la obra “Última rumba en la Habana” escrita por Fernando Velázquez Medina. Reproduzco en este apartado este texto que muy amablemente me ha enviado y paso a tomar nota para leer dicha obra.






LA RUMBA QUE LLEVAS DENTRO

Última rumba en la HabanaFernando Velázquez Medina (Ediciones Baile del Sol, 2009)

No es suficiente la explicación que me dio Fernando Velázquez Medina para usar una mujer como protagonista de su novela. La historia que me hizo de que nadie como las mujeres habían sufrido tanto en carne propia los desmanes y tribulaciones de los pobres en la Revolución Cubana es desde el principio una declaración política y por lo tanto insuficiente y elusiva en literatura. Pero así mismo como toda explicación más o menos pertinente en cualquier materia auténticamente literaria, no debe siquiera intentarse. Más vale decir lo que hubiese dicho un Faulkner o un Miller: que el personaje tomó el mando de las acciones. Pero pienso que es aquí donde el personaje que se haya presente aunque de modo secreto en todos los libros y que nunca procura revelarse, es decir, el propio autor, aparece. Fernando usa una mujer porque el Fernando personaje críptico de Última rumba en La Habana al intentar un asalto sobre el paisaje de esa ciudad de mediados de los 90 terminó por intentar conocer como eran esas entidades del otro lado de nuestra creación, las mujeres, y hacerlo quizá con el empleo —aunque para su servicio contrario— del método del paradigma machista de la novelística contemporánea, Ernest Hemingway, que es el de someter hombres al máximo de presión circunstancial para probar su conducta y resistencia; en el texto de Fernando no son hombres, son mujeres bajo presión. Pero esto lo salva de ser un productor de escenas habaneras más o menos inquietantes, como un Landaluce de la adversidad bajo el comunismo, y sobre todo, lo salva de ser un competidor a nivel de libros de la gacetilla contrarrevolucionaria que puede adquirirse todos los días por 25 centavos en El Nuevo Herald, lo salva de la crónica para convertirlo en un escritor de una verdadera como pocas novela sobre La Habana, sobre los pobres de Cuba, sobre la resistencia de las piedras de una ciudad —las piedras físicas, me refiero— y de un modo muy complejo pero deslumbrante, de una proyección de la conciencia nacional cubana. Una vez Fidel Castro intentó reivindicarles. Reivindicarnos. El resultado de ese propósito fidelista que retrata Última rumba en La Habana es algo más que iconoclasta: es humorístico, pero no humor como burla o sarcasmo, sino el humor fraternal que surge solo cuando un grupo se reconoce en una larga campaña, y ya se sabe endurecido y veterano y puede reír ante cualquier avatar. A lo mejor los 50 años (hasta hoy) de Fidel Castro valieron la pena por eso. O porque, de la guerra civil controlada que es la sociedad cubana actual, surgen autores como Fernando Velázquez y novelas como Última rumba en La Habana. La novela era su necesidad, su primera obligación del exilio. Como está descrito en sus páginas, había una mirada ávida de literatura que paseaba sobre los escombros de la ciudad con el único objeto de hallar las ediciones de libros sólo conocidos de oídas. En el feudo del hambre y de la injusticia, ¿cómo ser un snob que rastrea libros entre las ruinas? —ruinas literales, no metafóricas, amigo. Escribir la novela era un acto liberador que hoy a su vez nos libera a todos. Tampoco es una metáfora. Pasen la página del título y conocerán la libertad de que les hablo. Déjense llevar por su rumba. La de Fernando Velázquez. Y busquen la forma de ver dónde se detienen. Puesto que su última rumba no es más que un remoto oxímoron al uso habanero: su última rumba que es su adiós a La Habana no termina, los dedos no paran de trastabillar sobre el crudo y gastado cuero, y se queda el eco, como definitiva y dulce heráldica de la ciudad que una vez habitamos.

Norberto Fuentes


Una respuesta hasta ahora.

  1. JUAN CARLOS dice:

    Sobre la libertad que hay en la isla de CUBA, quisiera decir un dicho sobre el comandante. El es el cantinero más mentiroso del mundo pues inventó el CUBALIBRE.