Esta colección de post es un recordatorio de libros que transcurren en ciertos parajes del mundo y que creo que son interesantes para aquellos que van a iniciar una aventura por esas tierras. O para los que una vez de vuelta quieren seguir enganchados en ese tiempo de vacaciones.
Obra especialmente recomendada por la librería de Javier
Delhi no está lejos
Ruskin Bond (Automática Editorial)
Prólogo y traducción de María López González
Epílogo de Riskin Bond
142 Páginas – 16,50€
Nunca perderé mi capacidad de asombro ante la buena literatura que nos ofrecen estas pequeñas editoriales que, en tiempos de crisis, han florecido como regalos exquisitos dentro de una tormenta. Y la recién nacida Editorial Automática es una buena muestra. Un texto imprescindible y bien traducido que goza además de un prólogo inmejorable y un epílogo emocionante; y, por si fuera poco, un tamaño perfecto y una portada tan sencilla como preciosista. “Delhi no está lejos” será uno de esos libros que recomendaré a todo el que se acerque por la librería, sin lugar a dudas.
Ruskind Bond es uno de los más prestigiosos escritores indios del siglo pasado. Su fama internacional le precede en todo el mundo. Y en España, país en el que no es nada conocido, lo será a través de esta impresionante joya literaria que es “Delhi no está lejos”, un sencillo texto, al estilo de las obras rurales de Miguel Delibes, lleno de color y aromas y ambientado en la India de los años 60. Pocos libros pueden expresar tanto con tan poco. Y es que cada palabra, cada frase y cada pensamiento tienen un significado especial. Un viaje de iniciación que nos lleva a Pipalnagar, un Macondo indio en el que no sólo la pobreza y la maldad campan por sus calles, sino que el amor, la amistad y la bondad se abren paso como surcos inevitables para poder tener esperanzas de un futuro mejor en otra urbe más avanzada.
-Me pregunto por qué Dios se tomó la molestia de crear al hombre si tenía todo el enorme y precioso mundo para Él solo -le dije a Suraj una noche de verano-. ¿Por qué consideraría necesario compartirlo con nosotros?
– A lo mejor se sentía solo -respondió Suraj (p. 36)
Arun es un aprendiz de novelista que malvive con lo poco que ciertos editores le pagan por sus novelas y escritos. Vive en uno de tantos pueblos de la India, supongamos que lo llamamos Pipalnagar, dentro de una habitación cochambrosa. Un buen día conoce a un chico joven, guapo pero desnutrido, y que sufre ataques epilépticos, al que le da cobijo en su pobre habitación. En ella, a veces, también se refugia la joven Kamla, vendida por sus padres a un viejo que no la cuida y que tiene que prostituirse para poder sobrevivir. Es un pueblo como cualquier otro, triste, gris, sin futuro. Pero Delhi no está lejos.
Cuando recibo este tipo de obras, a las cuales el cariño que han puesto sus editores les rezuma por los cuatro costados, suelo separarlas para algún momento especial. Y es por ello por lo que no suelo escribir sobre dichas obras hasta que creo que tengo el suficiente tiempo para dedicarlo a ellas, en exclusividad, y saborearlas como se merecen. Y “Delhi no está lejos” es una perla de gran belleza dentro del comercial panorama literario del país. Su estructura, de capítulos cortos en los que se nos muestran aspectos casi irrelevantes de la vida de los protagonistas, unido a una escritura excelsa en sumo grado, hace que esta novela nos atrape, nos deje clavados en el sillón y nos emocione hasta lo más profundo. La dulzura de los personajes, entre los que no hay ningún aspecto de interés que los pervierta, es de lo más bello que he leído en mucho tiempo. A ello hay que añadir las deliciosas descripciones de la ciudad, de los campos, los vecinos y la amalgama de detalles sobre climatología que acompañan a nuestros héroes. Porque, como bien nos dice el autor, Ruskin Bond, en este increíblemente emocionante epílogo con el que acaba esta obra:
“… Me pregunto qué es lo que estarán haciendo ahora las personas en las que están inspirados estos personajes, si, de hecho, han sobrevivido. Seguimos adelante, creamos nuevas ataduras. Envejecemos. Sin embargo, a veces deseamos fervientemente recuperar viejas amistades, viejos amores. A veces deseo volver a ser joven. O viajar en el tiempo y recuperar las historias perdidas. Al haber estado fuera tanto tiempo puede que haya dejado de amaros. amigos míos; sin embargo, nunca dejaré de amar los días en que os amé” (p. 139)
Nacido en Kasauli, Himachal Pradesh, India, en 1934, y de ascendencia británica, Ruskin Bond creció en el norte de la India. Pasó cuatro años de su juventud en las islas del Canal y en Londres, donde constató cuánto extrañaba su país de origen y regresó a la India definitivamente. Desde hace años reside en Mussoorie, en el corazón de las estribaciones del sur del Himalaya. En 1951, con diecisiete años, publicó sus primeras narraciones. Hoy sus libros suman más de cuarenta volúmenes que incluyen novelas, colecciones de relatos, poesía, literatura infantil, textos autobiográficos y libros de viajes. Dos de sus novelas y uno de sus cuentos han sido adaptados al cine. Ha recibido numerosos galardones, desde el que obtuvo con su primera novela hasta el del Indian Council for Child Education, por su fructífera carrera como escritor de literatura infantil.
Una obra maestra de la novela breve y que sé que releeré de vez en cuando. Cuando la soledad roce mi piel, cuando quiera sentirme vivo después de una tormenta o cuando quiera saborear el placer de las bellas palabras, las buenas historias y los sabios pensamientos.