Acaba de publicar el periódico El País la lista de sus 10 mejores libros de este año 2014, efectuada por sus críticos literarios, los del suplemento cultural Babelia. Y como todas las listas, yerra y acierta. Cierto que en ella hay obras destacadas que deberían estar en esa lista, no lo niego y con alguno estoy de acuerdo, pero toda lista, como todo fallo editorial, tiene sus más y sus menos. Y en esta hay muchas faltas y algún que otro acierto en la diana. Pesa mucho la gravedad de los señores del jurado, se nota. Si bien, como apostillaba hace unos días mi querido amigo Alejandro Palomas, es muy extraño ese porcentaje de un 10% de mujeres en esa selección, es aún más alarmante la idiosincrasia de los meritorios y sus porqués. Claro que la respuesta pudiera estar en el sexo de los críticos votantes, 34 varones y 7 hembras, entre otras cosas. Pero lo que más me choca es ese sonrojante esnobismo en las decisiones particulares y que se pueden leer al final, en cada una de las votaciones hechas por cada uno de los críticos. Claro, que hay que tener en cuenta que estas decisiones están condicionadas por la pertenencia a ese suplemento cultural, panacea de recomendaciones sesudas y de obras (generalmente) para minorías. ¿Que esos son los 10 mejores libros del año? Puede que lo sean para ellos, pero creo que quedan a suficiente distancia de las preferencias del lector aguzado e inquieto y, desde luego, del lector medio. Y es que, en estos casos, ¡qué bien queda uno hablando de libros de los que casi nadie ha oído hablar! Estas listas, de las que ahora he encontrado ésta, me recuerdan una deliciosa obra que recomiendo a todo quiqui, Xingú, de una de las mejores escritoras del siglo XX, Edith Wharton (Contraseña) sobre un fraudulento club de lectura de señoras bien. La verdad es que es bastante difícil decidir sobre los mejores libros en el año, los del siglo pasado… o de tu vida. Es todo tan relativo… Y es que hace poco un cliente me hizo esa pregunta, que cuales eran los títulos de los mejores libros que había leído en mi vida. Yo le respondí que prefería que me preguntara sobre mis preferencias sexuales, que sobre este tema me costaría mucho menos hablar abiertamente y sería para mí menos engorroso.
La anécdota que cuenta el libro no se materializa en el papel impreso, sino en el cerebro del lector. Haya evidentemente libros buenos y malos, pero unos y otros son solo materia prima para que elaborares en tu cerebro la historia.
Tu eres en parte autor de la historia que llega a tu cerebro, pues aportas contesto donde transcurre el texto, pones caras, voces escenarios etc., pones el contexto de la historia y este tiene también mucha importancia en el resultado final.
Por ello, un libro leído en un momento de tu vida, en el que estas en determinada situación anímica y tienes determinado bagaje cultural y de experiencias, te producirá diferente impresión que leído en otro momento de tu vida. Generalmente aquello que te apasiono en tu juventud, te deja frío cuando lo relees en la madurez.