Estaba claro. La tecnología es lo que tiene. Pasa de moda más rápido que una actualización del iPhone. Los agoreros ya advirtieron que las librerías tenían los días contados. Incluso un «amigo», profesor universitario, autor de una obra que presagiaba ese apocalíptico final, me advertía de lo poco que me quedaba al frente de mi librería. Sonreí en ese momento. Lo siento por él, erró por completo. No solamente los libros no han desaparecido, sino que la venta de obras en papel (¿de qué otro material puede estar fabricado un libro?) ha aumentado en librerías en una cantidad muy significativa, en términos generales un 6% más que en el año pasado. Y lo más curioso, las ventas digitales han comenzado a caer. Aunque en España, reino del pirateo, estas caídas están constatadas, las ventas nunca han llegado a tener un comedido 5% del total de los importes de las editoriales, y van cayendo. Otro caso es la descarga pirata de obras, aunque este dato no es significativo en las ventas posibles de libros ya que la mayoría de los piratas descarga los títulos y nunca los lee. Han pasado ya quince años, nada menos que quince años, desde la irrupción de ciertos lectores digitales en el mercado. Y en medio hemos tenido una severa crisis que ha arrasado con todo lo imaginable. Y el libro sigue vivo. Muy vivo. Y los datos sobre ese pequeño incremento de ventas en papel lo he constatado fehacientemente en mi librería. Y es más, en estos años de «crisis editorial y nacional», nunca han caído las ventas de un año para otro. Aunque a fuer de ser sinceros, hayan caído unas cuantas librerías en este tiempo. Un dato más, y esta vez en mi ciudad, Alcalá de Henares: acaba de abrir una nueva librería en el centro y hay otra prevista para los próximos días. Una gran alegría para los que amamos los libros. Ya se sabe que la competencia nos hace crecer a todos, y eso nos conviene. Por fin Alcalá despega en cultura, sin ayudas consistoriales por medio, en espera de que la llegada de visitantes a la ciudad tenga algún motivo más que las consabidas tapas y fritanga que colapsa el centro de mi ciudad.
P.D. Los datos de ventas y producción editorial son uno de los grandes secretos de la humanidad, solamente comparable a la fórmula de la Coca-Cola.
Si te digo que no me extraña, no creo que te sorprenda, pues en los momentos más difícles del libro lo he mantenido. Poco a poco el libro, (por supuesto en papel), encontrará su sitio en el nuevo mercado literario.
Con seguridad hay áreas que tiene irremisiblemente perdidas, como la consulta (enciclopedias, atlas y diccionarios) y hay áreas en la que es y seguirá siendo vencedor seguro, como el libro infantil, (impreso en cartón y troquelado), el facsimil y el libro de arte.
En otras áreas, tendra que encontrar los formatos y el tema adecuado al papel y abandonar los formatos y temas adecuados al digital. Al final, como le ha pasado al teatro con el cine, o a la radio con la televisión, encontrará su sitio y todo seguirá prosperando.
No queda mas solución que el duro método de prueba y error, pero en mi opinión cuando el contenido precisa una atención media o profunda, gana el papel, por lo que creo que seguirá, el libro de estudio y la literatura «seria» y en aquellos casos que la lectura puede ser mas superficial, gana el digital, como puede ser periódicos y revistas y lecturas de «usar y tirar·», pero aun en este campo habrá nichos para el libro. Por ejemplo, ¿no es más adecuado llevar un libro impreso, para leer en la playa a pleno sol, en un sitio húmedo y rodeado de tierra, que leer en esas condiciones en una tablet?
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Pues yo me alegro mucho. Trabajo en una biblioteca y también la gente me decía que las bibliotecas tal y como las conocemos irían desapareciendo y no es así. En mi biblioteca también existe la posibilidad de leer libros electrónicos, pero la gente sigue decantándose más por el papel. Y es que no nada como tener un libro entre las manos, poder olerlo, pasar sus páginas…
Saludos
Quizá las bibliotecas deban transformarse en una impresora POD (Printer On Demand), unida a una gigantesca biblioteca en Pdf en la nube, de forma que no tengamos que hacer inversiones cuantiosas en inmobilizados para poder suministrar con un cierto éxito cualquier libro que nos pidan.
El bibliotecario, debe transformarse más en un prescriptor de libros que pueden interesar al lector, que en un guardián/controlador de copias impresas de escaso valor literario/cultural.
Claro que queda por resolver como pagar a editoriales y autores, pero lo lógico seria encontrar una forma de hacerlo en función del éxito de la demanda de un determinado texto. Supongo que en la SGAE y el Ministerio de Cultura habrá gente que encuentre una solución a este punto.
Soy lectora digital desde que la presbicia entró en mi vida. Amo los libros de papel y los ebooks, pero el papel, aunque huela a gloria bendita, cuesta caro a mi bolsillo y a mi vista. Suelo invertir todo mi tiempo a la lectura, y tengo que decirle señor librero, que los libros digitales no son menos libros, ni los que los leemos o descargamos, menos lectores.
Aun tardará un tiempo en desaparecer el papel, pero lo que es seguro es que lo hará. Porque no es rentable para nadie, y aquí la nostalgia terminará sobrando.
Espero que no le moleste mi comentario, es de buena onda..
Saludos