Cuentos completos I
Jack London
Ediciones Reino de Cordelia
87 Relatos
Nueva traducción íntegra con 36 relatos inéditos
832 Páginas
36,90 €
Si he de poner una medalla a una edición destacable en este año 2017 que acaba, sin lugar a dudas sería para la publicación por parte de Reino de Cordelia de los Cuentos Completos de Jack London. Todo lo que había hasta ahora eran ediciones que resumían los cuentos más conocidos de él. Jesús Egido, el editor de Reino de Cordelia, se ha atrevido con esta gran obra y ha traducido de nuevo todo el material de recorrido corto del genial escritor estadounidense. Además de añadir 36 nuevos relatos que nunca se habían publicado en nuestro país. La nueva traducción corre a cargo de la gran especialista Susana Corral y el libro es absolutamente imprescindible en una biblioteca y para los amantes del relato y de la escritura, ya que los cuentos de Jack London son una clase magistral de imaginación y creación de argumentos.
Una investigación de la Universidad norteamericana de Standford ha recopilado cronológicamente, y por primera vez, los 197 relatos que Jack London escribió a lo largo de su vida, cinco de ellos inéditos hasta este momento y otros veintiocho aparecidos exclusivamente en revistas y nunca publicados anteriormente en libro. En total son casi 3.000 páginas divididas en tres tomos. El primero, que comprende los 87 cuentos escritos por el gran autor norteamericano entre 1893 y 1902, aparece ahora coincidiendo con el primer centenario de la muerte de London (1876-1916) en traducción de Susana Carral realizada expresamente para esta edición. En estos relatos de adolescencia y juventud, London da cuenta de su experiencia juvenil cuando, a los diecisiete años, se embarcó como marinero rumbo a Japón en la goleta Sophia Sutherland, aunque paulatinamente da paso a los gélidos paisajes helados del río Klondike, donde buscó oro junto a su cuñado James Shepard y contempló de cerca la muerte blanca escondida entre el hielo.
SI AL NIÑO QUE SAN AGUSTÍN se encontró en la playa le parecía igual
de fácil vaciar de agua el mar con un cubo que comprender el misterio
de la Santísima Trinidad, tampoco parece tarea sencilla ordenar
cronológicamente, catalogar y editar los cuentos completos de
Jack London (1876-1916) dispersos en archivos, multitud de revistas y una veintena de
libros. El milagro de recuperar los 97 relatos escritos por este gigante de la narrativa
breve —treinta y seis de ellos inéditos o nunca recogidos antes en libro— se debe a
tres investigadores que recibieron el encargo de la Universidad californiana de Stanford.
Para cumplir con tan ingente trabajo, Earle Labor, Robert C. Leitz III y I. Milo Shepard
no necesitaron cubos, sino tres gruesos tomos —este es el primero—, que aparecieron
en Estados Unidos en 1993 y que ahora Susana Carral ha traducido por primera vez al
español. Los dos restantes de la edición castellana, que ya están en fase de producción,
saldrán a finales de 2018 y 2019.
«Se trata de la edición que la Universidad californiana de Stanford encargó a tres investigadores, Earle Labor, Robert C. Leitz III y I. Milo Shepard y que apareció en Estados Unidos en 1993», explica el editor español, Jesús Egido, autor también del prólogo del primer tomo. En él, Egido hace un significativo recuento de las temáticas que London abordó en sus relatos: «El alcoholismo, las consecuencias de la vejez, el boxeo, la tauromaquia, el trabajo infantil, la ecología, las fantasías extraterrestres, el juego, el trabajo en las minas de oro, el amor (tanto el primitivo y atávico como el romántico e ideal), la discapacidad mental, los mitos, la corrupción política, la psicología (humana y animal), la explotación racial y sexual, la revolución, la experimentación científica, la vida de los marinos, el suicidio, la vida en los arrabales, el socialismo, la guerra, la naturaleza y la escritura…».
London escribió tanto como vivió. De las ciudades a las tierras del norte; y de allí a la Polinesia, a las junglas de la Melanesia, a Australia, Ecuador, el norte de Irlanda o Hawái. Marino, cazador de focas, buscador de oro, vagabundo, boxeador o preso, todas las vidas posibles para el autor de La llamada de selva. Según Carral escribió tanto y de tantas cosas diferentes por una cuestión muy prosaica: necesitaba dinero. «Y creía que llegar a ser un escritor de éxito era una forma de dejar de ser pobre. Lo sorprendente es que, teniendo en cuenta su falta de formación, lo hiciera tan bien ya desde el principio. Para lograrlo leía sin descanso y escribía a destajo». Sobre la variedad temática, Carral apunta a los trabajos que tuvo que hacer para sobrevivir. «Además, era consciente de que para destacar tenía que ofrecer algo nuevo, diferente. Por eso se atrevió con temas que preocupaban a la sociedad de su época, pero que no eran lo que se esperaba leer en las revistas. Él los abordó con una claridad y naturalidad desconocidas entonces». A veces, su lenguaje era tan preciso que su traducción resulta muy compleja. «Por ejemplo», continúa Carral, «es difícil imaginar la cantidad de vocabulario que maneja relativo al hielo y la nieve y que no tiene correspondencia exacta en castellano o, si la tiene, resulta demasiado científica para utilizarla en un cuento. Eso exige un esfuerzo enorme de investigación y adaptación. Lo mismo ocurre con los cuentos en los que aparece terminología náutica. London sabe de lo que habla y lo demuestra», asegura la traductora. (El País)
Jack London
(San Francisco, 1876 – Glen Ellen, 1972)
Nacido probablemente como John Griffith Chaney, fue uno de los escritores norteamericanos más importante de los comienzos del siglo XX. Autodidacta, su obra se nutre de sus experiencias de vagabundo y aventurero, que le permitieron recorrer medio mundo, ya fuera como marino rumbo a la costa de Japón o buscando oro en Canadá. Su carrera literaria coincidió con el auge de las revistas dirigidas al gran público, en las que colaboró asiduamente y tuvo un gran impacto en Europa. Influyó decisivamente en los autores de la Generación Perdida com o John Steinbeck, Ernest Hemingwat o John Dos Pasos. Socialista desde los veinte años, siempre defendió el carácter utópico más que teórico de su ideología. Entre sus obras, además de sus relatos, destacan novelas como La llamada de lo salvaje (1903), El lobo de mar (1904), Colmillo blanco (1905), Martin Eden (1909), La peste escarlata (1912) o El vagabundo de las estrellas (1915).