Las almas de Brandon
César Brandon
Espasa poesía
254 Páginas
12,90 €
Pocos se podían imaginar que César Brandon, un joven autor, 25 años tiene en la actualidad, pudiera colapsar audiencias con un recital poético en algo tan banal como un programa de Tele5 llamado Got Talent. Pero ha ocurrido. Esa intervención, que hizo saltar las lágrimas a los cuatro miembros del jurado, he podido verla colgada en la red. Y es asombrosamente bella y muy especial. Alguien que cuenta una historia de amor y amistad de tres números, el 0, el 1 y el 2. Poco después declamó otro poema sobre la luna y el sol, un recital sobre el amor y el olvido. Y también impresionante. Planeta ha captado a este joven autor y, ahora, el libro que tenía colgado en las redes en digital, ya se puede conseguir en papel gracias a la editorial Espasa. Se llama Las almas de Brandon, y os lo recomiendo muy especialmente.
César Brandon Ndjocu –así es, no me dejo fuera ningún apellido– (Malabo, 1993). Educador Social por la Universidad de Granada y Educado Socialmente por la rigurosa y cariñosa Universidad Mamá, Papá, mi Tía Mamá, hermanos, hermanas, algún que otro profesor del Colegio Español de Malabo y mis cuatro años en Ceuta —mi segunda casa—. Superviviente del Huracán Adolescencia, y ahora miembro activo del Tsunami Vida Adulta —fui rescatado por mis amigos, los de verdad—. Amante de mi país –a mi manera–, porque mi país está casado con otra y tiene miedo de pedirle el divorcio.
P.D.
Sé que el grupito de «poetas de medio pelo» que tratan de meterse dentro de mundo editorial, y no lo consiguen ni con calzador, me van a poner a parir por hacer publicidad de este joven poeta (este sí, de los de verdad), salido de una cadena comercial. Unos «poetas» que escriben y se creen poetas y que no son sino mindundis incapaces de endosar su libro a su madre, y que les toca comerse su producto automanufacturado con patatas. Pero, para ser honestos, César Brandon, al igual que unos pocos consagrados —entre ellos mis queridos Luis García Montero o Javier Lostalé—. es de los pocos que su poesía «se entiende», una poesía que nos transmite sentimientos e historias. Una poseía de la que sabemos de qué nos están hablando.
Uno.
Uno no quería contar con nadie
y Uno no entendía porque era impar
si antes de él había alguien
Uno no quería contar con nadie
y uno sentía que después de él estaba el infinito
y a Uno ese epíteto le daba miedo
así que Uno
muerto de pavor se fijó en Cero
y cuando Uno vio a Cero
pensó que Cero era el número más bonito que había visto
y que aun viniendo antes que él era entero
pensó que en Cero había encontrado el amor verdadero
en Cero había encontrado a su par
así que decidió ser sincero con Cero
y decirle que aunque era un Cero a la izquierda
sería el Cero que daría valor y sentido a su vida
eso de ser el primero ya no le iba
así que le dio a Cero la gran bienvenida
juntos eran pura alegría y se completaban
Uno tenía cero tolerancia al alcohol
pero con Cero se podía tomar una cerveza cero por su aniversario
que para eso tenía que inventarse una fecha cero en el calendario
pero era algo cerrado y le costaba representar textos
pero junto a Uno hacían el perfecto código binario
y eran los dígitos del barrio
y procesaban el amor a diario
pero Uno no sabe lo que tiene hasta que lo pierde
así que Uno perdió a Cero
y para cuando Uno se dio cuenta
Cero ya contaba de la mano con Menos Uno
que a pesar de ser algo negativo la trataba como a una reina
a Cero le gustaba que Menos Uno fuera original
tener un hueco en Menos Uno
un guión con el que podían jugar
a Cero le gustaba que menos uno no fuera uno más
que Menos Uno no fuese ordinal
que fuese justamente competitivo
y que cuando jugasen al uno
Menos Uno no le dejase ganar
Cero sentía que a diferencia de Uno
Menos Uno le trataba como a un número de verdad
y Menos Uno no ponía peros
ni pretendía darle valor a Cero
poniendo comas entre ellos
Menos Uno no tenía complejos
y cuando hacían el amor
a Menos Uno le encantaba estar bajo Cero
y Uno una vez más volvió a quedarse solo
separado como una unidad
sin Cero su vida se consumía como una vela
sin Cero el tiempo en él hacía mella
y Uno empezó a contar
pero sin Cero
se olvidó de los pesos de Cero
del sexo con Cero
de los celos de Cero
y empezó a contar pero sin Cero
Uno se olvidó de Cero y le dijo adiós
Uno se olvidó de Cero
y tal vez del amor
y empezó a contar hacia lo que más miedo le daba
hasta el infinito
o tal vez solo hasta Dos.