Me aburro.
Esa era la muletilla que empleaba el hijo de un amigo mío en verano, ante la incapacidad de encontrar un aliciente a las largas y tediosas horas de la época estival.
Es la misma frase que he empleado en varias ocasiones este verano en mis vacaciones.
No es que no tenga aficiones en las que emplear el tiempo. Desde luego que las tengo. Me encanta escribir, hacer fotos, dar largos paseos, descubrir nuevos lugares, nadar en el mar…, y leer. Sobre todo leer. Pero, a pesar de la ingente cantidad de manuscritos y galeradas con las que me han obsequiado las editoriales, este año me he aburrido.
Me he llevado quince libros a la playa. He pasado veinte días en el mar, leyendo mañana, tarde y, a veces, noche. Pues bien, de esos quince libros, doce no he llegado a acabar. Para no mentir hay dos de ellos que he terminado por tesón, no porque lo mereciera el texto.
¿Cuál es la razón de mi desidia? La verdadera razón de ese abandono es que casi ninguno me ha aportado una historia original acompañada de una buena escritura. Sí, no lo voy a negar, los hay originales y ocurrentes, de esos que el autor hace tres saltos mortales sin red, pero escritos con una espesura literaria tal que no deja ver un claro en el bosque, el típico libro que el lector más avezado deja de leer ante la bravuconearía del escritor. También ha habido de esos que, a las cuatro páginas, ya sabes qué te van a contar y cómo. Vamos, lo mismo de siempre, pero situado en otro paraje y con otro tipo de personaje, aunque en el fondo no deja de ser la misma aburrida historia de crímenes y desapariciones de la que ya estamos hartos. Tres de ellos han tenido un buen empiece…, pero se han perdido en el desarrollo, sin saber qué camino coger. Uno de ellos me ha aburrido tanto con su profusión de descripciones que he hecho un juego con él: he tachado todo menos los renglones de trama. ¡Me he quedado con una décima parte del libro! Me he topado incluso con alguno con el que me he llevado las manos a la cabeza ante la tontería y mala escritura que contiene, y que ni siquiera una severa corrección es capaz de enderezar…
En fin, al final he encontrado tres libros que merecen. Dos de ellos realmente originales y buenos, dos obras maestras. ¿Qué cuales son? Os tocará esperar unos días para que salgan a la venta.
Para acabar, seré positivo. No me ha venido mal tanto libro insulso: he escrito como nunca y estoy muy contento de los resultados. De ello os hablaré el año que viene, si Dios quiere.
