Stefan Zweig (Viena 1881- Brasil 1942), es uno de mis escritores favoritos, nunca deja de sorprenderme, que ya es raro cuando lees varias cosas de un mismo autor, (La Impaciencia del Corazón, Mendel el de los Libros, 24 horas en la vida de una mujer, Momentos estelares de la Humanidad, carta de una desconocida, El Mundo de Ayer) que como en los compositores de ópera, siempre hay algo que suena, igual que en la ópera anterior, aunque sea distinta, de mayor o menor calidad. Con Novela de Ajedrez, publicada en 1.941, poco antes de su suicidio junto a su esposa, el Austriaco, nos despliega ante nuestros ojos el tablero de inteligente y audaz juego, y con sus figuras de peones y reyes, nos sumerge en las vidas de unos cuantos pasajeros que hacen el trayecto New York-Buenos Aires, en época nazi. Buen argumento. A tener en cuenta es el campeón del mundo Czentovicz, arrogante y ambicioso, donde el dinero lo superpone a todo, sabe que sus conocimientos de ajedrez lo son todo, ya que carece de otros y que en medio del viaje tiene que enfrentarse a un serio contrincante, que encierra un cierto misterio. Todos los corazones encierran alguno.
Esta novelita de 90 paginas, un diamante dentro de una corona real en la literatura, se lee en un suspiro. Lo mismo que las letras que inspiraron algunos de los lieder de R.Strauss, incluso el chispeante y garboso libreto de la ópera del Muniques “la Mujer Silenciosa” está lleno de sensualidad, belleza y de una poesía exquisita, así nos descubre Zweig a sus personajes, sus debilidades y sus propios inconformismos con la época que les ha tocado vivir. Nos relata el mal del juego, sus angustias, volver a sucumbir en el mundo del juego. Estos dìas de viento, lluvia, nieve, dìas de invierno, son propicios para degustar un buen vino dulce y una novela de tamaña enjundia. Si estuviésemos en verano un buen refresco y escuchando el rumor del mar serían igual de placenteros.
Cesidio Niño.