Mi buen amigo y aclamado poeta José Manuel Lucía Megías me regala este texto. Un homenaje a los libros y que con su venia y la de las autoridades reproduzco en mi página, que es la de todos los que amamos los libros.
Gracias, José Manuel.

Pero el día 23 de abril, este día de los libros, ha dejado de ser tan sólo un día para ampliar su magia a la noche, a una noche en que las librerías se convierten en lugar de encuentro, de reunión, de lecturas y de músicas, de conversaciones y de tertulias improvisadas a la luz de los nuevos lanzamientos millonarios y las siempre sabias recomendaciones de los libreros, de los libreros de verdad, lo que no se conforman con convertirse en simples dependientes a las órdenes de las editoriales más comerciales, las que consideran un libro tan sólo un producto. ¡Ay, qué triste Planeta de libros que se queman y destruyen para dejar espacio en los almacenes!
Y a las siete era nuestra cita en la noche, en la tarde primaveral de los libros en Alcalá de Henares. Una cita en la Calle Ramón y Cajal, en la Librería Cervantes que, poco a poco, vamos ya conociendo como lo que es y ha sido desde siempre: la librería de Javier. El menú se había preparado, como todo lo que prepara Javier, con la profesionalidad del entusiasmo y de la amistad. Una tarde de conversaciones acompañado de buen vino y de mejores palabras; una hora de asombro y de risas con el mago Juan Suricalday, que nos enseñó que sólo con la magia se pueden hacer verdaderos nudos; y después un duelo poético que organizamos juntos Ernesto Filardi y yo, para terminar con la lectura de un hermoso y sugerente relato de Santiago Pajares, uno de los novelistas más interesantes del (solitario) panorama literario español. A partir de las siete comenzó el desfile de amigos, de lectores. El libro que nos convoca, que nos hace estar un rato juntos. Allí vino Maribel, con su sonrisa en la mochila de su entusiasmo; Elisa, con esa mezcla de acentos tan arrebatadora; mis hermanas, mi cuñado Pedro, Angelines y Marino, Ana y Estrella, el siempre esperado Emilio… y tantos y tantos amigos que se reúnen alrededor del libro como ante un abrazo.
Y no podía ser de otro modo porque Javier ha conseguido desde su pequeña librería -pequeña tan solo en espacio- la magia de dar nueva vida a los libros, de rescatarlos de los escaparates suicidas del marketing, de llenar de recomendaciones nuestras lecturas y nuestras mesillas de libros y de autores ni siquiera soñados. Librero que ama los libros y que los toca con la reverencia de quien sabe que están entregando algo más que papel, tinta y encuadernación. Libros que nos hacen soñar, libros que rescata de las fauces comerciales, como ese “Autobiografía de un calabacín” que tantos buenos momentos nos ha hecho pasar a tantos alcalaínos: hoy el libro ha sido destruido, descatalogado. Libro asesinado. Triste imagen para una apasionante noche dedicada a los libros, a su lectura más apasionada, que bien puede continuarse en www.lalibreriadejavier.com. Allí hay libros, críticas, textos… y mucho amor por los libros, la verdad.
José Manuel Lucía Megías