Durante la pasada Semana Santa hicimos un viaje a Sicilia. Esta isla, la mayor del Mediterráneo y la provincia italiana más extensa, es un crisol de culturas que permite hacer un recorrido por las diferentes fases de la historia europea sin recorrer demasiados kilómetros.
El viaje lo comenzamos en Palermo, la capital, una ciudad bastante abandonada y cuya suciedad manifiesta en monumentos hace replantearse una buena dosis de restauraciones y lavados de fachadas.
Una catedral impresionante por fuera y bastante austera por dentro y un descomunal Teatro Máximo, lugar ineludible para escuchar una buena ópera, son los dos grandes monumentos de la ciudad.
La fuente de la vergüenza, con sus incontables desnudos, que hizo ruborizar al convento que se levanta en sus aledaños y la Plaza de las Cuatro esquinas es de lo más visitado por los turistas.
Cercana a la fuente de la vergüenza podemos encontrar una bella iglesia normanda, la iglesia de San Juan de los Eremitas. No es muy grande pero posee unos bellos mosaicos y una curiosa “atmósfera”. No dudéis en pasar por aquí.
Y es una pena que la pobre iluminación nocturna, por no usar el calificativo de inexistente, haga que no se puedan sacar unas buenas instantáneas de estos monumentos tan singulares. Buena pasta italiana.
A escasos kilómetros de Palermo podemos encontrar la maravillosa catedral de Monreale. Esta catedral es la mayor y mejor representación del arte normando en el mundo. Sus mosaicos son sencillamente increíbles. Es de obligada visita.
De Agrigento, un antiguo enclave a 200 m. de altura al lado del mar, cabe destacar la barbarie urbanística, muy común en el sur de Italia, y su campo arqueológico.
Es de destacar el templo de Hércules, posiblemente el más antiguo de la zona, y del que se conservan ocho gigantescas columnas. También para destacar es el Templo de Juno, que tuvo un substancial incendio pese al cual se conservan columnas y un altar.
Y el más bello de toda la planicie es el Templo de la Concordia. Su fantástico estado de conservación se debe a su transformación en iglesia, al añadirle unas paredes exteriores y quedando así protegido de la intemperie, y que en el año 1788 y gracias a los reyes españoles recuperó la forma original y sobre todo por la ingeniería avanzada de la época al construirlo con una geometría que contrarrestaba los movimientos sísmicos.
Catania es la segunda ciudad en importancia en Sicilia. Y disputa a Palermo su importancia con bellos monumentos y plazas. Al igual que la capital, está totalmente sucia y dejada. Sus joyas se dejan entrever y toda ella, salvo excepciones, tiene un color gris y no del color de la piedra original, sino del paso de los tiempos y la mugre. La catedral fue edificada sobre unas antiguas termas romanas y tiene una bella fachada barroca del siglo XVIII. A destacar el Duomo en la plaza del mismo nombre y donde está ubicada la famosa Fuente del Elefante.
Pudimos ver en la plaza en la que se ubica el Teatro Máximo Bellini una representación de la Pasión cuya música, interpretada por mujeres, salía como por arte de magia de entre las columnas de la entrada al teatro. A todo aquel que se acerque a la ciudad le ruego que no deje de probar la cassatta, una bomba calorífica que no tiene parangón en la repostería italiana. Exquisita.
Erice es una joya de ciudad medieval en lo alto de un promontorio, donde parece que es imposible que exista algo. Fue una ciudad de gran importancia para los marineros por las señales de fuego para orientarse como si de un faro se tratase. La ciudad actual está en la falda de la montaña y cuanta con unos 30.000 habitantes mientras que la antigua urbe, de origen normando y perfectamente conservada y restaurada es más para visitas turísticas que para otra cosa. Y las vistas del Castillo de Venus y desde él son inenarrables.
Vamos, para llenar la tarjeta de memoria y comprar otra.
Gela. Petróleo y especulación.
Taormina. Viene a ser el summun de lo turístico en la isla. El origen de la ciudad está en la prehistoria. Su teatro griego, ampliado por los romanos es para quedarse de piedra ya que a través de las columnas que enmarcan el escenario se puede ver el Etna que está a pocos kilómetros de la ciudad. IMPRESIONANTE.
La ciudad es un reducto turístico que cobró vigencia en los tiempos en los que Goethe se vino a residir a ella. Pero a pesar del parque temático creado para dichas peregrinaciones existen tiendas, bastantes, tradicionales donde hacerse un buen bocadillo de mortadela siciliana con esos panes de pueblo que nos saben a gloria. Una pena que al poco de tomarnos los bocatas sentados en una plaza pusieron carteles de prohibido comer en medio de plazas y calles.
Y no canso más. Sicilia es un destino muy bueno para descansar, comer en buenos restaurantes, ver templos, tomar el sol y para pasear por ciudades. Es como una isla griega con esos cielos azules indescriptibles, pero con cocina italiana. Respecto a las últimas tendencias en moda, después de estar en Roma y Milán, ya está visto todo.