Salió a toda prisa del trabajo, olvidando apagar el ordenador. Estaba deseando llegar a casa para disfrutar ese último encuentro. Impasible, la esperaba, apoyado en la mesa. Ella, sin mediar palabra se abalanzó sobre él. Sus dedos, trémulos, repasaron todo su cuerpo, Los deslizaba suavemente, a lo largo de todo su ser, disfrutando de su tersura; sabía que en unos minutos todo habría acabado. Los ojos de ella lo escrutaban sin remisión. Ante sus últimas palabras soltó una lágrima. Supo en ese instante que todo había acabado. No había nada más que decir. Irremediablemente, lentamente, cerró el libro.
Jonathan Noel