“C”. Un trazo sencillo, a la vez que inquietante y misterioso como el pellizco de luna al que juega a imitar. “Cuando”, una primera palabra, una primera imagen que, traviesa, comienza a perfilarse en lo profundo de la imaginación, seguida de tres líneas de oración subordinada y, por fin, tan sólo una de oración principal.
Fin del primer párrafo y arranque de la fascinación por un libro sin igual. Por más que pasan los años, aún cierro los ojos y recuerdo aquella primera oración que me impelió de lleno a la cúspide de la aventura.
Juan Luis Vera Muñoz