Nadie que te llame, nadie a quien llamar…
Esta noche de calor estival me siento sola. Lejos de producirme malestar, estoy disfrutando de una gran paz interior. Todos mis amigos andan repartidos por el mundo, cada uno realizando su pequeño sueño de verano, al cual se aferrarán para sobrevivir al próximo invierno. Me pregunto qué sentido tendría el día a día, sin todos ellos hinchando mi alma. Las vacaciones son como meterse en un buen libro. Sé que todos regresarán a la realidad. Y volverán los días de las llamadas, los tapeos y las risas. Las confidencias y los consuelos…
Victoria Méndez