Cuando se ojea un libro por vez primera los ojos se fijan en varias cosas. La portada de la obra, su diseño, sus colores; el tipo de letra, no muy grande para que el libro nos dure un buen tiempo ni muy pequeño con lo que destrozaría nuestra vista; el tema, quizás uno de los factores cruciales a la hora de una elección…
Yo me fijo también en la pequeña biografía que la editorial incluye en la solapa interior. Ello me ayuda a situar al escritor, a ver las raíces de su prosa. También me da pistas sobre sus influencias al leer su sitio de origen. Respecto a su trayectoria es fácil adivinar las fuentes de su creatividad. Hay decenas de cosas que se pueden sacar de, simplemente, leer esas pequeñas líneas de biografía del escritor.
Claro, que hay veces que la editorial, o los servicios secretos de su representante, nos dan tan pocas pistas que más valdría cortar esa solapa para hacernos un marcapáginas en el que anotar aspectos del relato.
Un ejemplo de ello es «El Lobo», de Joseph Smith (Mondadori). Transcribo:
El lobo es la primera novela de Joseph Smith, que vive en Londres.
Y esa es toda la biografía que podemos leer en el libro. Vamos, que no hay cuidado de que me plante en su casa para pedirle un autógrafo. Qué minimalismo. Qué económico. Y qué aporte de datos tan sustancial. No hay cuidado, no creo que el editor se haya gastado demasiado en el biógrafo que tantas noches en vela han dado cuerpo a dicha parrafada.
Generalmente, y a partir de aquí seguro que me llenan de críticas por la colateralidad misógina que alguien pretenda traslucir, en las pequeñas biografías de hombres escritores se suelen aportar datos que nos dan idea de la formación del autor, de su trayectoria humanística y sus posibles influencias literarias y de estilo. Muy de agradecer.
En el caso de mujeres escritoras, y en particular las dedicadas a novela romántica, la cosa varía. Los datos que se aportan dan mayor importancia a la decoración del chalet en el que vive y a su vida sentimental -me imagino que para crear sentimientos de envidia frente a sus competidoras-, que a glosar algo que realmente le interese al lector de a pie.
Al grano. En la novela de «Porque eres mía» de Lisa Kleypas se nos dice:
Lisa Kleypas es autora de más de veinte novelas románticas históricas… Vive en Tejas con su esposo Gregory y sus hijos Griffin y Lindsay.
Perfecto. Así, si algún día pasamos cerca de su chalecito en Tejas, podemos pasar y saludar por su nombre a su marido e hijos y presumir de la gran amistad que nos une con al escritora. Pero lo normal no esto. Lo que generalmente aportan las biografías son datos relevantes al estilo de los que detallo a continuación.
Veamos Richelle Mead y su novela «Cantos de Súcuba», de género fantástico-romántico:
…Licenciada en Teología comparada, es una apasionada de todo lo extravagante y divertido y una confesa adicta al café y a comprar ropa que casi nunca va a ponerse. En la actualidad vive en Seattle, con su marido y cuatro gatos. (…)
Bien. Ya sabemos con quien ir de compras y de parranda cuando toquemos de paso Seattle. Debe de ser una escritora de rompe y rasga y aquí estoy yo y que se me vea a la legua. ¡Cualquiera va con ella a tomar una copa y pasar desapercibido! Eso sí, a la hora de un buen café o para comprar comida para nuestros gatos es la persona más indicada para aportar datos. Pero lo que es acerca de su narrativa…
Otra. Melissa Hill y su obra «Hay algo que deberías saber».
Melissa Hill nació en Cahir (Irlanda), pero actualmente vive con su marido Kevin y su perro Homer en el condado de Wicklow.
Ya empezamos con el amor a los animales de las escritoras de novela romántica. Esa es una característica muy importante en este tipo de autoras. Aparte de su condición de casada y del nombre del marido -por si quedaba alguna duda-, se aportan datos generalmente sobre la fauna de la familia. Veamos.
Lori Foster y su libro «El luchador»,
…Autora de más de cincuenta novelas, Lori vive con su marido, sus tres hijos y sus dos chihuahuas, Brock y Tootsie, a las afueras de Cincinnati, Ohio.
Ya vamos centrándonos. El nombre del marido y de los tres hijos se obvian. ¡Para qué mencionarlos! Ello no tiene la mínima importancia. Lo importante son los dos perros chihuahuas (ojo a la raza) y los nombres de ellos. Por los datos de todo esto podemos suponer que su formación académica pudo ser en New York, viviendo ella en un minúsculo apartamento del que se mudó al conocer a su marido en un cine en el que proyectaban la famosa película de Dustin Hoffman, Tootsie, y trasladándose posteriormente a un chalet en las afueras en Ohio. Todo cuadra. En la portada del libro hay asimismo un comentario muy valioso para apreciar la calidad de la obra: «Con su escritura sexy y divertida, Foster eleva la temperatura». Uaaaaaaaaaaaaaaaaaauh!, que dirían sus compatriotas.
A otra cosa, mariposa. Lori Handeland, autora de «Luna azul», literatura fantástica.
Lori Handeland, acérrima lectora, decidió a los diez años que quería ser escritora, una vez hubiera terminado con todos los libros del mundo y no tuviera nada interesante que hacer. Sus diversas ocupaciones como camarera, profesora, ejecutiva de empresa (contable, gerente de estudio fotográfico, vendedora de canalizaciones, entre otras actividades) y madre, la obligaron a aplazar unos años su sueño de escribir… Lori vive en Wisconsin con su marido, dos hijos, y un labrador amarillo llamado Elwood.
Una mujer de gran valía. Si un día se queda sin inspiración, no problema, en el INEM seguro que encuentran algo para ella con todas esas profesiones que ha ejercido en la vida. Y encima madre, ahí es nada. Un marido nada celoso, dos hijos preciosos -supongo-, y un labrador amarillo, como tiene que ser, y con el nombre de Elwood. Nada, que me ha convencido para empezar a leer su libro.
Otra joya. Julia Landon, una reconocidísima escritora de novelas amorosas en su obra «Los peligros de perseguir a un duque».
Julia Landon vive en Austin (Texas), con su pareja Louie y dos enormes perros, pero cuando el calor se hace insoportable se va a Taos (Nuevo México). Cuando está en Austin se dedica a escribir, que es su gran pasión. Afirma que se pasa los días creando mundos imaginarios en su mente, opuestos al que vivimos hoy en día…
De todo ello deduzco que esta buena mujer vive en pecado. ¿Con su pareja? ¿Y sin hijos? Vicio puro. Muy mal vamos. Y encima en Texas… Menos mal que tiene dos enormes perros para su defensa en caso de que lleguen energúmenos fundamentalistas a su rancho. ¡Qué fijación tienen todas las escritoras de novela romántica con los perros! Y no le debe de ir mal en las finanzas ya que cuando hace calor… ¡ahí va! ¡a la playa! Lo que yo no entiendo muy bien es eso de los mundos imaginarios. ¿Será que tiene un segundo trabajo como guionista de la Walt Disney Pictures?. Espero que nos lo aclare en su próxima novela.
Y ya está. Pensaba decir algo sobre los escritores españoles, pero a estos les pillo más cerca y podría tener problemas de integridad física por lo que prefiero pensármelo dos veces.
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Estoy terminando de escribir un libro, y tus comentarios fueron de mucha ayuda al momento de redactar mi biografía. Consideraré cada uno de los detalles que acá mencionas. Son sinceramente útiles para quienes queremos dar lo mejor al momento de entregar nuestros textos al mundo. Muchas gracias.
Cecilia Sepúlveda V.
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