No hay día que no me pregunten, bien en la librería, bien por correos electrónicos, acerca de mi opinión sobre los libros electrónicos. Y es que, después de varios años de «fulgurante despegue», el futuro de la lectura electrónica de libros aún no está muy claro. La plataforma que crearon ciertos editores, «Libranda», que apostaba como referente nacional frente a las invasiones bárbaras, nunca llegó a funcionar y, aunque no lo reconozcan claramente, está más allá que acá. A su vez, las grandes cadenas de la venta norteamericanas, auspiciadas por sus lectores, Kindle de Amazon o el Reader de Sony, los diferentes dispositivos alternativos, tablets diversos, smartphones, netbooks, pc’s, portátiles, etc, no ponen fácil la homogeneización de un formato universal. Si a ello le sumamos los varios tipos de lectura, incompatibles unos con otros, el alquiler de cierta editorial tipo tarifa plana con tiempo de lectura limitado, y la realidad a todo ello, que nunca seremos dueños de los libros que creemos que «compramos» en los proveedores digitales o la imposibilidad de cambiar esa obra de un lector a otro, el futuro se presenta bastante complicado. Aunque la oferta editorial se ha disparado en los últimos tiempos, pasando a tener las editoriales casi un 10% de su catálogo en formato digital, la venta no ha variado demasiado, siguiendo alrededor del 2,5%. Hay que diferenciar la compra de aparatos lectores electrónicos de libros y la adquisición de títulos en ese formato. La piratería está siendo otro de los factores preocupantes asimismo de este mercado y que frena el despegue de la venta en digital, aun a pesar de la famosa ley Sinde-Wert . Lo que sí que es cierto es que, a pesar de los catastrofistas datos que hacían presagiar unas navidades pasadas con pésimas cifras en librerías, las ventas han sido exactamente las mismas que en años anteriores. Los dos objetos, el libro tradicional y el libro digital, son muy diferentes y la «gran subida de ventas» de este último no implica una caída en las ventas del de papel.
Somos muchos los que amamos los libros tradicionales. Somos muchos los que, además de su contenido, apreciamos en gran manera todo lo que rodea al texto. Y es por ello por lo que convoco este concurso. ¿Qué nos ofrece el libro de papel que no puede darnos el electrónico? Espero vuestras respuestas. El lector que nos envíe la respuesta que resulte ganadora se llevará un fantástico ¡libro de papel auténtico! y dedicado por el autor (de carne y hueso, no virtual) de dicho texto. Tenéis hasta el 10 de abril para mandarme vuestros comentarios. Y mucha suerte.
Un saludo.
Hola, Javi
a dónde te mandamos el comentario?
Un beso
Lo podéis dejar en este apartado o mandarlos por correo electrónico, que yo me encargo de colgarlos.
Con los libros de papel puedes matar moscas sin dañarlos.
¡Prueba con un e-reader!
Con el libro de papel tradicional, todavía puedes tener el gustazo de cortarte el dedo por una hoja al pasar de página, aparte con el paso del tiempo puedes ver como las hojas de tu libro favorito cogen una tonalidad más oscura que le da ese toque mítico.
Con el libro de papel, puedes llenar espacios de la casa, que sin ellos quedarían perdidos y feos
El libro de siempre nos permite charlar con libreros como tú para pedir recomendaciones y tener un rato de amistad y complicidad.
«Anoto, al pie de la página, la frase subrayada que mañana, con tono estudiado y suave, recitaré para ella».
«Yo vivo una pequeña historia de amor con cada novela, y para eso necesito oler, tocar, sentir…». Entiendo que las «maquinitas» son más prácticas pero están carentes de personalidad, de vida.
Con lo que me gusta a mi leer con un lapiz en la mano para ir subrayando las frases que me gustan, las cosas interesantes… y además ¿a qué huelen los libros electrónicos? Un libro de papel huele a muchas cosas, tanto los nuevos como los viejos. Yo que soy coleccionista de marcapáginas, ¿qué va a pasar con ellos? ¡Con lo bonitos qué son!
Con el libro de papel tradicional;
Lo bonito es pasar la página y sentirte auténticamente enfrascado por esa aroma, a nuevo!!!
El libro de papel es estupendo,tocas y sientes la lectura y para gente negadiña con la tecnología como yo,son la mejor opción.Además para los que leemos en la playa es mucho más cómodo.
No hay mayor placer en una casa que leer un buen libro, pasando hoja tras hoja, y tener a tus espaldas una biblioteca con los libros que te han acompañado en tu vida.
Porque a los libros de papel no se los comen los virus. En ellos se pueden guardar hojas y pétalos. Basta abrir mi enciclopedia (de cinco tomos) para encontrarse con una colección completa de hojitas secas. Y además, hay algo especial en eso de prestar un libro y que te lo presten, cierta añoranza cuando lo devuelves, cuando está ausente. ¿Cómo prestas un archivo epub?
Nuestras casas con las estanterías llenas de recuerdos de la Warner y sin un libro parecerían las de Belén Esteban o la Campanario.
Con un libro de papel, puedo calzar la mesa si está coja
En un libro de papel, puedo esconder billetes de euro para que no me los roben
Un libro de papel puedes lanzarlo contra la foto de tu suegra sin temor a que se rompa (el libro)
Un libro de papel se puede prestar
Con un ebook no sabes si leer un libro, llamar por teléfono o ver telecinco
¿Dónde pondríamos, entonces, el exlibris y los marcapáginas?
Desde un punto de vista sensorial el papel es inigualable. Su olor y ese tacto del papel verjurado. Volver a abrir un libro hace años leído y recordad cada uno de sus dobleces, quizás unas anotación en alguno de sus márgenes. Prestar, regalar o añorar ese libro que una vez tuvimos. Conocer un poco más al anfitrión por su biblioteca por sus lecturas…
Por todo esto no podemos olvidar a este compañero y sustituirlo, así, sin mas.
¿Qué me aporta un libro encuadernado?… difícil responder sin extenderme pero básicamente: El olor del papel, el poder marcar o subrayar un párrafo o frase, el peso… ver como va cambiando el tono de dicho papel con el paso del tiempo, y la «pelea» constante para no «estropearlo», no me gustan las manchas en un libro ni los dobleces de páginas.
Un saludo!!!
¿Está un buen vino igual en su copa, que en un cutre vaso?. ¿Es igual la comida casera con todas sus características organolépticas que un «potito» de bebé o la comida de astronautas?. El vehículo donde se transcribe el mensaje literario tiene por supuesto, más importancia…Una disco duro puede contener muchos libros, pero no tiene nada que ver con una hermosa biblioteca, en fin, no es tema de fé o solo racional, sino de sensaciones…
Eso de entrar en una Librería para fisgonear los libros o pasar por un escaparate y quedar prendida de una portada
Pues yo, más que por el tacto, el olor, la cadencia… es por como me abraza cuando, entre suspiros, lo dejo caer sobre mi regazo.
El despliegue erótico de sus curvas, la velocidad con que mis dedos exploran su cuerpo de buena encadernación, mi mirada fija buscando no perder ningún detalle de su magnificencia, y las caricias que sus hojas aportan a mi alma me hacen seguir disfrutando de la literatura a la antigua usanza.
El libro de papel es sexo, el digital cibersexo, no tiene nada que ver
¡Qué triste sería ir a la Feria del Libro a que el autor te ponga su firma electrónica!
El libro de papel puede tener lecturas infinitas. Es uno de los objetos que me llevaría, sin duda, a una isla desierta.
Sin embargo, ¿Qué podríamos hacer con un libro electrónico en una isla desierta cuando se le acabe la batería? Absolutamente nada.
El libro papel no tiene tonos, politonos ni baritonos
Por lo que leo en algunos comentarios anteriores, me pregunto: ¿el libro está para leerlo o para hacer el amor? Los que hayan contestado afirmativamente a la segunda pregunta, por favor, que no me presten sus libros.
Por suerte heredé de mi abuelo su extensa biblioteca y que puedo leer sin problemas como si cada ejemplar hubiera sido impreso al día de ayer. Si hubiera heredado su iPad, supongamos de hace cien años, no habría forma de ver lo que habría dentro. Estaría descargado, sin posibilidad de alimentarlo y con los sistemas electrónicos y lenguajes informáticos obsoletos y sin poder recuperarlos.
El que se crea que tiene un libro por bajarse una descarga es un iluso. Es el mismo que se cree dueño de una tormenta por hacer una foto a un relámpago.
El libro electrónico es la muerte del creador. ¿Quién va a pagar en España por un libro si se lo puede descargar impunemente?
Por mucho que nos empeñemos, el libro electrónico triunfará en España. Este es el país de los enchufes.
Su peso, la textura del papel, su olor, la encuadernación, el lugar físico que ocupan en mi casa, esas abarrotadas estanterías del salón donde otros tienen tristes vitrinas con cristalerías y demás «cogepolvos», su presencia en todas las habitaciones, en algún bolso, hasta en la guantera o algún asiento del coche… Su recuerdo nada más verle el lomo, o con los que todavía no he leído, la promesa que encierran. Cada uno es un amigo, no podría tener a mis amigos enlatados todos en un extraviable e indiferente ataud electrónico. Larga vida al libro de papel, y a los libreros mineros!
Uno nunca tiene un libro digital. Es una ilusión óptica de los tiempos que vivimos.
¡Y qué va a ser de esos preciosos marca páginas que nos dan las editoriales con los libros!
¿Y dónde guardaré mis recuerdos en forma de billete de autobús, hojas de otoño, fotos perdidas del pasado y cartas de amor cuando los libros no existan?
Compartes soledad con un libro. Y compartes amistad a través de ese libro con tus seres más queridos. El libro de papel es símbolo de sentimientos y ayuda en tus momentos de zozobra. Y siempre está ahí, contigo, observándote desde la estantería, a tus espaldas. Sin abandonarte. Sin desfallecer. Sin ocultarse tras pantallas que se apagan en la más triste oscuridad.
Quien no ha guardado alguna vez en un libro la foto de algún novio/a, una carta de amores rotos, o un poema dictado por la nostalgia?. Nuestro secreto permanece oculto entre las páginas de «un clásico en papel», que admite dedicatorias y fechas inolvidables…
La obra digital no es tan apasionada, es delatora.
Lo siento, YO NO SOY E-LECTORA.
Las migas que quedan incrustadas entre las páginas -y que no hay manera de sacar de ahí, sobre todo si el libro es grueso- van a quedar desahuciadas. Una tragedia