Roy Lewis (Contraseña Editorial)
Traducción de Ismael Attrache
Ilustración de portada de Alberto Gamón
192 Páginas – 16€
¡Pero qué fácil nos lo ponen los chicos de la editorial Contraseña a la hora de recomendar uno cualquiera de sus libros! Y es que, si no es un texto romántico es uno de misterio o de amor o, si no, una novela para asombrarte con su gracia y originalidad como es “Por qué me comí a mi padre”, una joya de novela apta para todos los públicos (con inteligencia, of course) y que te deja con ganas de más y más.
El mero hecho de seleccionar una obra cómica basada en el pleistoceno, escrita hace ya 50 años, con un humor corrosivo y de categoría, con ciertos aspectos muy “british” y que, sin embargo, sin resultar rancia logra captar al lector desde su comienzo y hacerle dejar todo lo que está haciendo para seguir las aventuras de Edward y su curiosa familia de hombres-mono, no es nada fácil. Pero Roy Lewis, este singular inglés, doctor en Economía y autor de la afamada “La verdadera historia del último rey socialista”, es alguien tan singular e imaginativo que es capaz de atraparnos y hacernos pasar unas horas en la sabana africana con unos personajes muy peculiares e inolvidables.
Edward es el patriarca de una horda de hombres mono que vive en el centro de África. A su cargo están cuatro hijos y otras tantas hijas, todos ellos muy diferentes entre sí, y que buscan alimento y bienestar. Las cosas se empiezan a complicar cuando Edward descubre el fuego en un volcán y logra atraparlo para llevarlo a su caverna y aprender a utilizarlo. Pero ese no es sino el detonante inicial de una historia que nos llevará a unas increíbles aventuras, la mayoría de ellas para tratar de sobrevivir en esas tierras y librarse del ataque de las fieras.
La historia, contada así como la he descrito, puede que lleve a los lectores a pensarse en encontrar una saga o réplica de la famosa “Los hijos de la Tierra”. Para nada. La prueba está en que, lo que allí son bostezos -y tantos más cuanto más avanzamos en la saga-, aquí son sonrisas, risas e imaginación. Porque Edward y su familia no son unos primates cualesquiera, no. Son una raza de hombres-mono del Pleistoceno muy preocupados por la evolución de las especies y que tienen un pensamiento y lenguaje bastante cercano al siglo XIX. Y es por ello que esa mezcla de costumbres ancestrales unidas a premoniciones certeras de lo que va a ser el futuro de la Tierra les llevará a situaciones grotescas e impresionantes. Poca cosa puedo añadir para no estropear la gracia de esta inclasificable obra. Si “El abuelo que saltó por la ventana y se fue” ha vendido ya cien mil copias, siendo un repaso cómico del siglo XX, no sé por qué la obra de Lewis “Por qué me comí a mi padre” no va a vender la misma cantidad si tiene la misma gracia y nos hace un detallado reflejo de la sociedad simiesca de nuestros antepasados.
¡El amor! ¡ Qué bonito es el amor! Siempre diré que ese fue uno de los mayores descubrimientos del Pleistoceno Medio, un periodo que ya destaca por su riqueza y fertilidad en lo relativo a los inventos y al desarrollo cultural. (p.120)
El hallazgo del fuego y sus aplicaciones caseras y en la defensa, el papel de la mujer en la sociedad de antes y de ahora, los orígenes del arte prehistórico, los conflictos palestinos e indios con una visión renovada y original, los problemas de la endogamia a la hora de una correcta evolución de las especies o el invento de las primeras recetas de cocina… todo esto y mucho más, narrado en primera persona por el primogénito de los hermanos, se aborda en esta cómica obra que será otra joya de nuestra biblioteca y de la que hablaremos con amigos durante tiempo. A resaltar las divertidas referencias a la Biblia, a Amundsen y a Milton, acotadas a pie de página gracias a una increíble labor de traducción obra de Ismael Attrache y los guiños del escritor a la historia clásica y moderna. Lo dicho, buena literatura e inteligencia en dosis muy recomendables gracias a esta obra editada por primera vez en 1960.
Roy Lewis, escritor y periodista británico nacido en 1913 y fallecido en 1996, estudió en la Universidad de Oxford y en la London School of Economics y trabajó en The Times y The Economist. Entre sus obras cabe destacar, además de Por qué me comí a mi padre, La verdadera historia del último rey socialista y A Walk with Mr. Gladstone.
Divertida como pocas y original como ninguna otra, “Por qué me comí a mi padre” es otra joya de la literatura rescatada por la Editorial Contraseña.
Tiene un pinta estupenda. Y si encima tu lo recomiendas pues nada, compra obligatoria. Me paso esta tarde por tu librería.
Si tu lo recomiendas lo leeré sin demora por ahora no has fallado en ninguna recomendación. Eres un hacha.
Muchas gracias, Javier. Ya sabes que para nosotros es un lujo contar con tu apoyo. Ya veo por los comentarios que la recomendación está surtiendo efecto.
Alfonso Castán
Editorial Contraseña
Parábola de Roy Lewis, acerca de cómo llegar a la conclusión de que el afán de superación, la curiosidad, la necesidad de crear y compartir el conocimiento, la promesa de que el mayor bien debería ser siempre para el mayor número, se convirtió en un problema para la integridad de la horda primigenia.
En clave de humor, alardeando de una fina ironía e ingenio, el autor desgrana uno a uno los males de nuestro tiempo. Y para ello utiliza, narrativamente hablando, tres personajes principales.
El tío Vaina, que ve un peligro constante en todos los avances que hace Edward. El propio Edward, adalid de la fe en el progreso y en el futuro “hombre”. Y por último, su hijo Ernest, que únicamente concibe ese progreso de manera utilitaria, en provecho propio y de su horda.
Iglesia, Ciencia y Capitalismo.
Hay algunos fragmentos realmente inolvidables, -como los capítulos en los que se describe el descubrimiento del amor y del flirteo-, pero si tuviera que elegir uno a modo de ejemplo, sería ese en el que Edward castiga a uno sus hijos porque no ha sido capaz de relacionar un día lluvioso, con la desaparición de una pintura rupestre en la pared…
“– Ernest, hijo – repuso –. Con una mente tan sutil como la tuya llegarás lejos. Demasiado, seguramente. Vete a tallar sílex hasta que te diga que puedes dejarlo. Hay que tener cuidado de que no se te caliente demasiado el cerebro.
Una labor aburridísima y repetitiva para un intelectual. Y tardé mucho, mucho en ser liberado”.
Vivimos una época de Ernest y Vanias. Consolémonos, nada es eterno.
Altamente recomendable.
Gracias Javier, librero de cabecera, por una nueva recomendación deliciosa.
PD: La portada del libro me parece estupenda.