La librería de Javier

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Joyas casi olvidadas de la literatura actual II

Publicado por Javier El 22/12/2012 a las 7:37 Añadir comentario

En estos días os voy a poner las críticas de unas novelas que leí hace tiempo. No todas ellas están fuera de juego en el “Cementerio de los Libros Olvidados”. Todas estas de las que os adjunto la crítica que escribí hace más de cinco años siguen en catálogo en sus respectivas editoriales y disponibles en la librería de Javier. Os animo a interesaros por ellas y leer y regalar buenas obras que nunca pasan de moda.

Me muero por ir al cielo
Fannie Flag (Ediciones Vergara)
Título original: Can’t wait to get to heaven
368 Páginas – 18 €

Leer a Fannie Flag es uno de los placeres más gratificantes que nos puede dar este vicio solitario que es la lectura. Hace años que la descubrí cuando me devoré “Tomates verdes fritos”. Su desarrollo está basado en un equilibrio comedia/tragedia impecable y en unos  personajes secundarios de gran riqueza todos ellos, y que nos hace perdurar en nuestra memoria por siglos.

Con el tiempo – esta autora y actriz se prodiga poco-, leí “Daisy Fay y el hombre de los milagros” y me volvió a cautivar. La gracia de ese pequeño personaje sureño con ese diario en el que va plasmando sus vivencias está a la altura de la mejor literatura, y la aventura de la barca con la linterna es una de las páginas escritas más divertidas de todas las que he leído. Lástima que los editores no tengan un poco de “por favor” y mantengan estos dos libros descatalogados y nos priven de estas dos delicias.

Pero para suplir ausencias tenemos su última obra. Otra maravilla de la mano de esta escritora con la cual no dudaría en desplazarme lo que fuera para tener una charla con ella. Esta vez es una octogenaria la que nos guiará por el mundo sureño. Con su insensatez y la picadura de un millar de avispas se verá sumida en un viaje mucho más allá de este mundo terrenal y de su mundo, las tierras del Misuri. Y con unas amigas y vecinos que ya los quisiéramos tener, se teje una trama divertida, emocionante, con espíritu. Y con recetas, claro está. Porque esta obra huele a una pastelería cercana, y es que el horno de Fannie Flag siempre ha estado a punto para crear los mejores bocados.

Un detalle más. Nos abruman los libros reconfortadotes sobre la pérdida de seres queridos. Generalmente aburridos, torpes y que cumplen su cometido al revés, nos llevan a un hundimiento personal, con tanta palabrería vana. “Me muero por ir al cielo” es el mejor libro de ayuda para esos momentos. Es tierno y nos hace ver con un diferente prisma esa etapa que indefectiblemente hemos de atravesar todos en este mundo. Pero con la protagonista, sus vecinos y ese aroma que destila esta obra todo es mucho más llevadero. De hecho hay veces que uno se “moriría por ir al cielo”

Una buena edición, con una letra de destacable tamaño, tapa dura, y con un recetario en las últimas páginas. Un libro perfecto para regalar a nuestros mayores – y para todos los públicos, ¡qué leche!-, y una buena razón para empezar a afrontar el otoño que comienza con buen pie. Y que, a juzgar por los otros títulos de la autora, no estará en nuestras librerías durante mucho tiempo. ¡Pena!

La vida ante sí
Émile Ajar (Plataforma Editorial)
246 Páginas – 16/19 €

Hace unos pocos días me preguntó un cliente cuáles eran los diez libros que me llevaría a una isla desierta. Era la segunda vez que me lo pedían en poco tiempo. Le respondí que no sabía exactamente que nueve libros me llevaría junto a mi único elegido, que era “La vida ante sí” de Emile Ajar. La pena, le contesté, era que ese libro estaba descatalogado y era imposible de conseguir.
A los pocos días recibo un paquete de novedades de libros. Me encuentro una nueva edición de esta joyita. Y por si fuera poco en dos ediciones diferentes. En tapa blanda y en tapa dura, como detalle de la aparición de esta nueva editorial. No puede empezar con mejor pie y desde aquí les doy infinitas gracias por recuperar este desaprovechado libro en la anterior editorial que dejó de tenerlo en existencias hace ya años.
Nunca olvidaré a Momo. Su descubrimiento del mundo es mucho más impresionante que “El guardián entre el centeno”, muchísimo más, por poner un pequeño detalle de lo que significa este libro en la Historia de la Literatura. No he encontrado un personaje infantil mejor escrito que Momo. Su ternura es inabarcable. Su lenguaje, una joya de la narrativa, no deja de hacernos sonreír a cada rato y hacernos entristecer pocos renglones después.

Su filosofía es la más dulce y amarga del planeta. Y su mundo, preciosista y multicolor es más amplio que nuestro universo global. Infinitamente más y en sólo 246 páginas.

“No es la sensibilidad lo que hoy en día mata a las personas” (Hamil)

Imagínense Belleville, un suburbio oscuro de París. Y en él una mujer entrada en años y en carnes; judía superviviente de los campos de exterminio y que cree a cada timbrazo que vuelven las SS. Que da cobijo y amor a los hijos de las prostitutas por poco o nada de dinero. Que vive con un retrato de Hitler bajo la cama, y que en caso de sentirse mal, lo saca, lo mira, y en ese momento se recupera. Que tiene un refugio en el sótano, su Israel, para casos de emergencia. Esta es Rosa.
Lola, un senegalés travesti, que en sus buenos tiempos fue boxeador y aún guarda musculatura de entonces. Con unos pechos hormonados, unos brazos tatuados y un corazón que no le cabe en el alma. Hamil, un pobre viejo casi ciego que confunde El Corán con Víctor Hugo, y que a veces sus oraciones son más Miserables que mesiánicas. Un vecino tragafuegos, Waloumba, que hace exorcismos junto a una tribu amiga en el piso de Rosa para echar a los demonios que lleva dentro, cuando le dan los síntomas de esclerosis cerebral. El doctor Katz, otro judío que no puede hacer abortar de la vida a su vieja amiga judía, como bien se lo pide Momo en repetidas ocasiones, y que al ser tan mayor han de subirle para poder pasar consulta hasta el sexto piso varios vecinos, donde vive encerrada Rosa a cobijo de los alemanes, que en cualquier momento pueden venir a por ella. Y así muchos más personajes secundarios en esta gran novela coral.
Y sobre todo Momo. Un chico sin edad que algún día escribirá Los Miserables -no lo pongo en duda- y que tiene materia para ello. Sin saber de su padre ni de su madre. Con más filosofía que muchos pensadores de la Historia. Equivocada, me dirán ustedes. Bueno, sí. Pero con mucha más filosofía de la vida de la verdadera, que tanto librepensador de pantalla y pacotilla. No tengo memoria de haber encontrado un personaje más tierno e inteligente que Momo. Se lo juro por lo que más quieran.
Y todo ello en un barrio que no puede ser más actual que los de ahora en cualquier ciudad del mundo.

“La vida no es cosa para todo el mundo” (Momo)

Estamos ante un libro singular e imperecedero. Una joya de las que se cuentan pocas en la literatura. Y su autor no fue menos singular. Romaní Gary, el que fue su verdadero nombre, nació en Moscú en 1914. Emigró a Francia, combatiendo en el Frente de Liberación, siendo condecorado. Ocupó cargos diplomáticos en Nueva York, Londres y Los Ángeles. Después de un primer fracaso matrimonial se casó con Jean Seberg, de la que tuvo un hijo. Al año de suicidarse ella no pudo con la depresión y se disparó un tiro en la boca con un revólver Smith & Wesson, muriendo en el año 1980.
Su vida es novelesca, y no sólo por sus peripecias o sus 30 novelas, sino por los avatares con los críticos franceses. Obtuvo el premio Goncourt en el año 1956 con la novela “Las raíces del cielo”, lo que le encumbró a lo más alto de las Artes. A partir de ahí todo fueron críticas adversas sin fundamento. Le acusaron de mal escritor y de carente de ideas. Se refugió en varios cambios de nombre para burlar a los astutos críticos galos. Con el nombre de Emile Ajar llegó el escándalo. Su segunda novela en esta nueva etapa, La vida ante sí, cautivó a todos los jurados del país y le concedieron su segundo Goncourt. Se presentó a recoger el premio, salvando el problema, su sobrino, a quien le había pagado los estudios. El show estaba servido. Al poco se supo la verdadera autoría del libro, al que los críticos ya le habían otorgado el rango de obra maestra, dejando a estos con un palmo de narices. Después llegó su amargo final.

“Para tener miedo no hacen falta motivos, Momo” (Rosa)

La edición que se nos presenta ahora del libro está bastante bien cuidada y viene en dos formatos. En tapa blanda, más fácil de manejar y a un precio inferior al formato clásico de tapa dura. Este último es una edición limitada y numerada que recomiendo sin reservas. La traducción sigue siendo la original de su primera edición en español, de Ana María de la Fuente, perfecta y que sabe encontrar las palabras y los giros con doble sentido tan maravillosos que pueblan esta deliciosa obra. Una obra que leída por tercera vez me sigue emocionando y voy adentrándome cada vez en ese grandioso trabajo que hizo su autor. Memorable e imperecedera.
Otra obra de lectura obligatoria para institutos y para sordos de entendimiento.

“¿Se puede vivir sin alguien a quien querer? (Momo)

La escalera del agua
José Manuel García Marín (Roca Editorial)
240 Páginas – 17,00 €

Lo primero que llama la atención de este libro es su bella portada. Una composición de motivos árabes que es una gozada para la vista por el precioso dibujo y por las texturas y el color sepia con el que se ha tratado.

Y el libro no desmerece para nada de esta portada. Una novela de maduración de un joven pastor nacido en las Hurdes a mediados del Siglo XX y que, añadiendo un flashback de varios siglos, nos vuelve a retomar la historia hasta casi nuestros días.
El retrato de Ángel, el pobre chico que malvive en esa depauperada zona de Extremadura a principios del siglo pasado, es admirable. Nos recrea el autor con una historia de sus ancestros, moriscos que han de huir de Granada en el siglo XVI y posteriormente de Toledo en el XVII, con unas anécdotas valiosas que nos sumergen en la vida de la época. Y con un salto de varios siglos nos continúa la obra, ahora con un descendiente, huido de su aldea a consecuencia de un desgraciado accidente. La forma en la que nos narra García Marín los aconteceres de la madurez del chico, a través de varias ciudades y en el monasterio que lo acoge en Toledo, son detallados con unas notas de romanticismo muy de agradecer.

A continuación, y con la venia del autor reproduzco un párrafo acerca de la bondad de los libros, y que le dicta un franciscano a nuestro protagonista.

…El libro, Ángel, que es ser viviente porque encierra, palpitantes, las inquietudes humanas y está compuesto de elementos orgánicos, debe abordarse como tal, con todo respeto, en un ritual por el que aflore la emoción unida a la razón. Este gozoso acto litúrgico comienza por el examen visual, la observación de sus detalles, …, sus colores, los márgenes, la calidad y la belleza de su tipografía, la perfección de los cortes y de la encuadernación -fray Antonio pasó varias páginas y las dejó caer-. Escucha pues que ahora participa el oído, cómo crujen las hojas, que te darán idea de su consistencia y densidad. Ahora tócalas -y puso mi mano encima-, siente la rugosidad y el grosor del papel en las yemas de los dedos, acarícialo y huele el aroma mixto de pasta y tinta e incluso del tiempo, que aquí se detiene a impregnar las páginas. Disfruta con los sentidos y, después, lee.

No puede estar mejor expresado.

En los tiempos que corren, de furor por las nuevas tecnologías aplicadas a la sustitución del libro clásico, es un soplo de aire fresco y de vitalidad el poder leer estas frases. No hay unas palabras más bellas y justas que nos hagan ver lo que podríamos perder con la única existencia del libro electrónico. Y que sinceramente, espero ser realista y no iluso, no creo que vea en vida ese cambio.

De la misma forma en que se expresa el autor en este impagable párrafo fluye la totalidad de la novela. Toda ella es un prodigio de buena escritura y de saber trazar historias. Y el final no decae en ningún momento.
Su autor, nacido en Málaga en 1954, es un gran investigador sobre los orígenes de la cultura árabe en España. Ha dado bastantes conferencias acerca de este tema en toda España y tiene otros dos libros publicados: Azafrán, publicado en el 2005 y al-Hamrá, en el 2003, sobre el contenido místico y simbólico de La Alhambra.

En resumen, un libro de lectura obligada y muy merecedora y que aparte de la propia novela logra aportarnos nuevas luces sobre la historia de los expulsados de Al-Ändalus y la convivencia de las tres religiones y de nuestros antepasados.