Cada escritor tiene su forma de ser y su propia escritura. La mayoría de las veces una cosa va unida a la otra, y el estilo de sus obras es algo inherente al propio creador. Mario Vaquerizo y Marilo Montero son dos monstruos de la pequeña pantalla cuya forma de ser está fuertemente unida al personaje que conocemos en la tele. Pero otra cosa es cuando se meten en el negocio editorial y publican una obra. Y es que para estos menesteres hay muchos intermediarios de por medio para que la empresa salga adelante, ya que se juega con bastante dinero. El corrector de estilo es un personaje que moldea la forma de expresarse del autor para que no “suelte” barrabasadas ni deslices que pudieran ser utilizados en su contra. Y es este simple eslabón del mecanismo editorial el que impulsa las ventas… o las chafa, como ha sido el caso de Mariló Montero o el de Mario Vaquerizo. Cuando Vaquerizo lanzó su último libro Haciendo majaradas, el público esperaba encontrarse con el divertido personaje que ameniza muchos programas de la televisión, metepatas, juerguista, incorrecto, cervecero y extravagante. En cambio lo que ofrecía su obra era una especie de biografía edulcorada con algún episodio de emotividad, vamos, una mezcolanza de recuerdos sin gracia ninguna. Y es que esas gracias, que no sé si son improvisadas o preparadas, que nos gustan tanto sobre cualquier cuestión de la vida, o sus divertidísimas meteduras de pata que suelta cada dos por tres, brillan por su ausencia en esta obra, gris por los cuatro costados y aburrida a más no poder. Pues lo mismo le ha ocurrido a nuestra ocurrente televisiva Mariló Montero. Harta la pobre de meter el gazapo en cuanto menos se lo piensa, ha escrito una obra para “pulir su dignidad”, de título Las mujeres no tienen reglas. Pero dicha obra es tan sin ton ni son y con una tal descarada y sobria corrección ortográfica, gramatical y de contenido por parte de la editorial, que parece que ha escrito dicho libro el corrector de Google. Anécdotas que no interesan, pensamientos inflados y de relleno y un sin fin de tontunas para tratar de demostrar que no es esa presentadora que mete la pata a cada momento ni la mujer florero de las portadas de los libros de cocina o gimnasia. Pero el libro se nos queda en un texto insulso para cualquiera, sin chicha ni limoná. Vamos, que los que esperaban divertirse con sus ocurrencias y faltas de cultura se han quedado traspuestos y dormidos de aburrimiento. Y es una pena, porque tanto Vaquerizo como Mariló daban para mucho en este mundo de personajes divertidos que salen de la pequeña pantalla y se meten en el mundo editorial, que no literario. Porque no nos engañemos, Mariló y Vaquerizo son simplemente personajes nacidos para entretener y poco más, lo que en otros tiempos estaba encomendado a los bufones de palacio o los payasos de circo.
– Mariló, ¿te apetece presentar las campanadas este año?
– Vale. ¿Qué día cae?
(Antonio Manzanera)
Ignatius Sömmer
Toma, toma y toma. Con un par. Enhorabuena
No deberías criticarlos, es demasiado sencillo. A mi juicio, los “faber mediaticus” (hwchos en los medios), debe ser considerada “fauna protegida”, hay como tal cuidarla y fotografiarla, pero dejarla a su “aire” `pues es precisamente en su “expontaneidad” donde está el origen de los cabreo monumentales del “homo ilustarto”, que son a la hora de la verdad quienes animan el cotarro.
No estoy nada de acuerdo. El libro de Mario es muy tierno y nos narra cosas de su vida sin faltas de ortografía. El de Mariló Montero no lo he leído. Creo que la crítica es demasiado severa.
Un cordial saludo
No estoy de acuerdo…
… no les llega, a ninguno de los dos, ni para bufón/a de corte, ni para payaso/a de circo… más quisieran.
Me encanta Sálvame.
Y mucha más caña al mono!!!!!!!!!!!!!!!
Que no decaiga ese animo