¡Alucinadito me he quedado!
Suelo ir de vez en cuando a las librerías de mis amigos, Juan en Madrid -no me veo autorizado para aportar el nombre de ella- y la de Javier, en Alcalá. Para ser sinceros paso más rato en la de Javier ya que el café Nespresso que allí me tomo me sabe más rico (es gratis). La cosa era que, mientras ojeo alguna obra o hablo con Javier mientras controla los paquetes de libros que recibe, leí el nombre de una autora que me sonaba bastante conocido. Megan Maxwell se llama la susodicha. Su nombre me sonaba ya que, en el departamento de romántica que Juan tiene en su librería (Javier no cree en el romanticismo así, tal cual), los libros de esta mujer se amontonan con cierto peligro.
Le pregunto a mi librero.
—¿Tanto se venden?
—Según parece, sí que vende, aunque más bien en grandes superficies y supermercados. Yo no suelo vender ninguna. Ya sabes…
Cuando el insigne librero mira suspicazmente y deja unos puntos suspensivos en el aire suele haber temióa. Y aquí lo había.
Me fui a casa y empecé a investigar. No mucho, a decir verdad. Nada más meterte en internet ya salen 30 títulos de obras de la Megan. ¡Y en cinco años! Hago cuentas. Si el año tiene 12 meses, salen 60 meses a lo largo de cinco años. Y si esta mujer ha escrito treinta libros durante ese tiempo, con un poco de matemática básica sale a dos meses por libro. ¡¡¡Dos meses por libro!!! ¡¡¡Esta tía es una impresora personal a todo trapo!!! ¿Cómo se puede escribir constantemente una novela cada dos meses? ¿Los relee? ¿Los corrige? ¿Se los piensa? Pero si escribe más libros que polvos echo yo al cabo del año. Bueno, quizás haya exagerao, aunque no tanto. Yo no llego a echar un polvo cada dos meses salvo en el periodo veraniego, y eso si voy a una playa de las de cruising. ¡Esta mujer no tiene vida social! Todo el día en casa dale que te pego al ordenador escribiendo novelas sin parar. Claro que, para escribir el tipo de novelas que escribe, que no digo que gusten a ese tipo de personas que devoran todo lo que es de esta clase de obras, no sé si me hago entender sin ofender… Por ejemplo, voy a enumerar unos títulos para que vean el tipo de obras de la susodicha: ¿Y a ti qué te importa?, Pídeme lo que quieras o déjame, Llámame bombón o Diario de una chirli. Ya se imaginan ustedes. Después de pensar un rato sobre ello he llegado a la conclusión que Megan Maxwell es a la literatura lo que los Bollycaos son a la repostería artesanal. Bueno, no me voy a explayar en lo que pienso no me lo censure el librero. Acabaré diciendo que tiene incontables y merecidos premios de clubs de mujeres “románticas” y “pasionales” (por favor, Javier, consérvame el entrecomillado). Amén. Entre libro y libro atiende a su marido y a sus hijos, pasa la fregona por el chalecito de la sierra madrileña en donde vive y sale a comprar botes de Royal Canin para su perro Drako y sus gatas Julieta y Peggy Su. Según me cuentan es la number one en el subgénero de novela romántico-pringosa con efluvios (…) llamada Chick lit. ¡Qué dios nos coja confesaos!
Ignatius Sömmer
JAJAJAJAJAJAJA
Y te quedas corto Ignacio.
Los libros de esta “escritora” (conserva el entrecomillado, jajaja) son kk de la vaca. Espero que con las ventas de estos años a los clubs de lectura de menopáusicas salidas le den para jubilarse y dejarnos en paz.
Te sigo, IGNATIUS
Gracias por tu comentario, Lorena.
Me temo que no se retirará así como así, Hay muchas lectoras de este tipo de libros, que no de literatura, y eso es lo que hace que sigan siendo grandes éxitos de ventas… en supermercados.
Un cordial saludo.
De siempre se ha dicho que las mujeres leían más que los hombres, pero no se había indicado el tipo de lectura que leían.
Por cierto, gracias por no habernos escrito sobre las “50 sombras de Grey”, es un descanso en estas circunstancias, leer algo sobre su competencia.
No le menciones, Félix, lo de las 50 Sombras que seguro que escribe sobre ello.
Y gracias por seguirme.
Estoy por decir que Ignatius escribe lo que Javier no se atreve aunque lo piense.
¿estoy en lo cierto?
Un saludo desde Huelva
Pues mira, mariano, que estoy por decirte que lo que dices no se aleja mucho de la verdad.
Un abrazo.