Hace unos años estuve pasando unos días en Florencia. Me encanta conocer ciudades y empaparme de ellas. Visitar sus museos, pasear por sus calles, recorrer sus mercados, meterme en recovecos y patios privados, comer en restaurantes perdidos, pernoctar en hoteles y salir de noche, y disfrutar de relajados cafés mientras veo el ir y venir de sus gentes. Vamos, conocer algo más que la pátina exterior turística que nos venden. Y estaba en una terraza de una de esas bellas cafeterías cuando se acercó, corriendo, una mujer a la cual reconocí como cliente de mi librería. Me saludó rápidamente y volvió a irse al trote con el grupo con el que visitaba la ciudad, comandado por una chica joven con un paraguas de colores cerrado y alzado. Iba en un crucero, me comentó, y tenían una hora para ver Florencia ya que tenían que volver al barco para ver al día siguiente Dubrovnik. Doce ciudades en una semana. ¡Qué estrés!
Una serie es a la novela original como esa visita de Florencia de una hora, al trote, en comparación a mi relajada estancia. Y eso me pareció ayer al ver el primer y atolondrado capítulo de la serie La sonata del silencio, que ha hecho José Frade, en relación a la espléndida y reposada novela de Paloma Sánchez-Garnica. He de aclarar que entiendo que la serie es una adaptación de la novela, no la obra puesta en imágenes, que es imposible a todas luces. La serie está muy bien trazada: los personajes están bien en su papel, los planos son muy cinematográficos, la ambientación está muy cuidada, la música muy bonita, etc. Pero le falta alma. Y reposo. Le falta reposo, fondo, tranquilidad e historias necesarias para entender lo que ocurre en cada momento. Si bien resume la novela con bastante acierto (y digo resume), hay carencias muy importantes que lastran la obra original. Le falta la soberbia escritura de Paloma Sánchez-Garnica, esa tranquila y esmerada escritura que nos da detalles de todo lo que ha acontecido, acontece, y de lo que va a ocurrir. No se entienden muchas cosas porque faltan esos bellos flashbacks de los cuales Paloma es una maestra. Y faltan los “sentidos” en la obra. Me falta ese tacto de Marta a la hora de tocar las medias que le presta Fermina (¿dónde está el interesante pasado de esta mujer?) para ir a la entrevista en el hotel y apreciar esa suavidad en comparación con las rotas y remendadas suyas (no están esas medias en la serie). Me falta ese olor a pies sucios en la zapatería en la cual trabaja Elena. Y es muy importante ese detalle. En la obra de Paloma, la zapatería es un negocio venido a menos (cosa que no lo es en la serie, que parece de total lujo), a la cual acuden ahora gente de pocos posibles a por zapatos de no tanta calidad como antaño, gente sin cultura ni educación y que deja su repelente olor en la zapatería. Por ello Elena abre de vez en cuando la puerta para ventilarla, puerta que cierra Críspulo al momento para que no se vaya el calor de una penosa estufa. En la novela hay un personaje que inicia la historia, Celia, que es primordial para entender el Madrid de la época, las costumbres sociales y el comportamiento de los novios, y que en la serie no aparece. Al menos en este primer capítulo. Faltan muchas cosas. Y hay mucha precipitación.
Pero hay algo bueno en esta serie de televisión: da a conocer a los espectadores, los que no suelen ser clientes de librería, algo de una historia realmente impresionante. Una historia que tiene muchos más personajes, sentimientos, vidas, miradas, colores, olores, pasados, sentimientos y claroscuros que los que la serie muestra. Por ello esta serie es una buena oportunidad de llegar a conocer la verdadera historia, acercarse al libro original, a la impresionante historia que nos cuenta Paloma Sánchez-Garnica en ese inmortal libro, un clásico ya de las Letras hispanas, y que es La sonata del silencio.
Genial comentario, como te dije, imposible hacerlo bien si era tan compleja la obra, siempre se pierde al cambio, como con el Euro. ;-) El redondeo es mu malo. Por otro lado, yo también la vi, y me gustó bastante el capítulo, a veces nuestra televisión, la de todos, peca de ñoñez, a veces de mal gusto intentando hacer cómicas situaciones que no lo son con comentarios desafortunados, malos planos, malas iluminaciones, malas bandas sonoras, deficientes actuaciones… un compendio de cosas que hacen imposible tomarse en serio las series españolas y no verlas más allá de un mero teatrillo histórico llevado a la pequeña pantalla y que explotar económicamente. No es el caso de esta «Sonata» que salí bastante satisfecho y probablemente siga viéndola (salvo que mi librero me recete lo contrario porque me estropearía demasiado la posterior lectura de la novela) veo muchos aciertos, y espero que sea la primera de muchas series de este tipo (con la inmensa cantidad de grandes novelas que hay a nivel nacional, tienen filón para adaptar siempre y cuando lo hagan con buen gusto), aunque aun queda mucho por hacer en lineas generales… Gratamente sorprendido por este primer capitulo. La trama se prevé fantástica.